• Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
  • Dr Mime

Pocas veces en el título resumo el contenido de mi columna, pero hoy es más que necesario que sepan de qué viene este sábado mi escrito: de la importancia del sueño, de la cual hablamos varias veces en este espacio semanal, aunque hoy lo enfoco desde el punto de vista del aprendizaje. Hoy les cuento por qué debemos dormir para aprender.

Todos hemos pasado la noche antes del examen en vela esperando introducir en nuestro cerebro el contenido que no aprendimos durante el año. Lo hemos hecho en el colegio y mucho más aún en la universidad pensando en ese viejo adagio de que “la noche antes voy a reventar y me voy así mismo a rendir fresco en conocimientos el examen”. Si conociéramos cómo trabaja el cerebro nos daríamos cuenta de que este proceso es absolutamente nulo y, además, contraproducente. Hoy en día sabemos que un buen sueño es fundamental no solo para un buen rendimiento, sino para un buen aprendizaje, ya sea de habilidades cognitivas o incluso motoras como la práctica de un deporte.

Definitivamente, sabemos que los procesos de sueño y aprendizaje están absolutamente relacionados, aunque son procesos independientes y muy complejos. Fases del sueño afectan definitivamente a la memoria en algunos tipos y en su consolidación. Un cerebro durmiendo difiere en su actividad eléctrica de un cerebro despierto, aunque en fases como la fase REM (de movimientos oculares rápidos, que ya vimos hace unas semanas en esta columna) produce los sueños más vividos y las actividades más parecidas a un cerebro despierto. Y hoy en día es más que evidente que el sueño es un proceso crítico para las funciones relacionadas al conocimiento y al aprendizaje, ya que estas funciones involucran cambios estructurales a los circuitos cerebrales y muchos de esos cambios se producen en fases específicas del sueño.

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No voy a adentrarme en este sábado en los diferentes tipos de memoria (sí, no tenemos una, sino varias memorias que actúan diferentes y con estructuras también distintas). Solo y a los fines de nuestro tema de hoy, les puedo contar que existen dos grandes tipos de memoria: la memoria declarativa y la no declarativa.

La memoria declarativa es accesible desde el nivel consciente, es decir, a voluntad, se basa en los hechos (o sea, saber “qué”) e incluye los conocimientos generales y la memoria episódica (la memoria semántica y la autobiográfica respectivamente), teniendo como base anatómica las zonas cerebrales del diencéfalo (núcleos profundos de la base del cerebro) y de la cara interior del lóbulo temporal donde asienta el hipocampo, esa estructura similar a un caballito de mar y que es tan importante para la memoria y el aprendizaje.

La memoria no declarativa, por su parte, no es accesible para nuestra mente consciente, abarcando la memoria de los procedimientos (saber “cómo”) y las formas diversas del aprendizaje, englobando diferentes zonas del cerebro dependiendo si lo que se aprenderá tendrá un componente meramente cognitivo, emocional, físico, etc.

Independientemente del tipo, toda memoria atraviesa fases similares desde el momento en que impacta al cerebro hasta el instante en que se consolida el aprendizaje para no olvidarlo más. Todo estímulo del conocimiento ingresa por los sentidos al cerebro, debiendo ser codificado para poder ser transmitido por las neuronas. Por ejemplo, una imagen debe ser captada por la retina donde degrada pigmentos retinianos que estimulan terminaciones nerviosas que desencadenan impulsos eléctricos que recorren la vía visual hasta la corteza occipital donde son identificados al compararse con el contenido de la memoria visual y luego almacenados como parte de esa memoria.

Es en ese momento donde lo aprendido pasa por una fase de estabilización y potenciación que forman parte de lo que conocemos como consolidación de la memoria. El primer almacenamiento se realiza en el hipocampo pasando a formar parte de la memoria declarativa, pero a medida que se va consolidando el conocimiento, este pasa a integrar los circuitos de la memoria no declarativa, es decir, ya no es necesaria su evocación consciente y voluntaria constantemente,sino que el conocimiento “acude mágicamente” a nuestro requerimiento inconsciente, pasando a ser algo que, simplemente, “ya sabemos”.

Y sabemos hoy en día que para que ese conocimiento “salte” del hipocampo a zonas donde se consolidará como un aprendizaje, se requiere definitivamente del mecanismo del sueño. Digamos que el sueño es como el croupier de un juego de naipes que reparte las cartas de manera programada durante el sueño, por lo que el tráfico eléctrico del cerebro en el sueño es fabuloso, intenso.

Pero esto no pasa en todas las fases del sueño, sino solamente en algunas, por lo que sueños malos en calidad harán que esas fases no se produzcan o lo hagan por muy cortos e insuficientes períodos de tiempo. Es por ello que en mis consultas tanto insisto en los pacientes acerca de la calidad por sobre la cantidad de sueño: prefiero que duermas 5 horas bien antes que 10 horas mal. Y es por eso que cuando dormimos mal, el cerebro simplemente no aprende, tenemos problemas de memoria y de retención del conocimiento, nada se nos queda pegado y nos cuesta una enormidad aprender.

Pero ojo, no solo dormir de noche. También sabemos que dormir pequeños lapsos durante el día (lo que conocemos como “siesta”) son fundamentales para aprender y consolidar el conocimiento igualmente que una noche de sueño reparador, siendo más notoria la mejoría a nivel de la percepción visual: dicho de otra manera, veremos mejor y sabremos mejor lo que vemos si dormimos siesta... importante para los que tienen a la vista como aliado en su trabajo (como nosotros los cirujanos).

Pero aún hay más. En el sueño también la memoria se reorganiza. En un proceso que llamamos translocación, recuerdos almacenados en estructuras neuroanatómicas pueden moverse a otras regiones durante el sueño, dejando de ser de manejo exclusivo del hipocampo para distribuirse a otras regiones. Por eso cuando dormimos mal no recordamos cosas y tenemos lagunas mentales más comúnmente. Tranquilos, no es “alzheimer”, es mal sueño. Ya se ha demostrado que las tareas motoras mejoran muchísimo con un buen sueño, por lo que es tan importante para pilotos de aviones, choferes o incluso futbolistas dormir bien: al día siguiente rendirán porcentualmente muchísimo más que los que han dormido mal.

Además, se encontró que los patrones de actividad cerebral que acompañan al aprendizaje aparecen igualmente en la fase REM del sueño, que es donde realmente “soñamos”, es decir, cuando soñamos es en realidad que estamos aprendiendo. Así que lamento romperles el romanticismo o el esoterismo de los sueños: son formas que el cerebro tiene de consolidar la memoria.

¿Qué concluimos este sábado? Que si no dormimos bien dentro de las 24 horas después de haber aprendido algo, ese algo se habrá perdido definitivamente y no consolidará en conocimiento al integrarse a la memoria. Que el dormir produce cambios “plásticos” en el cerebro, es decir, cambia la anatomía, ya que al aprender literalmente “moldeamos” el cerebro por la propiedad llamada neuroplasticidad, ya que se forman nuevas conexiones para almacenar lo aprendido.

Que en la última fase del sueño de una noche (el sueño REM) se aprenden los contenidos emocionales del conocimiento más que con el paso del tiempo o la experiencia. Y, por último, decirles a los amantes del café (como yo) que un estímulo cafeínico para no dormir buscando aprender más, lo único que logrará es que lo que ingresa por los sentidos no se consolide y no se aprenda, no se recuerde siquiera una semana después, además de someter al cerebro a un desgaste y un estrés absolutamente innecesarios. Y también a los amantes de los sedantes para dormir: al “dormir” con ayuda de químicos, nos saltamos fases del sueño necesarias para el verdadero “sueño reparador”, ese donde, casualmente, también aprendemos. Por eso, los sedantes e hipnóticos para poder “dormir mejor” también nos afectan la memoria y el aprendizaje.

Dormir mejor y no más. Esa es la premisa que nos puede tener DE LA CABEZA siempre. Después de leer este artículo... ¿nos dormimos una siesta para que lo que leímos aquí consolide en nuestro conocimiento?

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