- Por Felipe Goroso S.
- Analista político
- Twitter: @FelipeGoroso
Corren tiempos convulsos en el mundo: Barcelona, Hong Kong, Perú, Ecuador, Bolivia, Haití, Chile. Donde uno observe con detenimiento y agudeza podrá ver a gente en las calles manifestando su desacuerdo y reclamando soluciones. La Argentina no está en la lista, y uno se preguntaría el motivo, pues sencillamente porque Argentina decide este domingo. Y digo decide por dos motivos: uno, todas las encuestas hablan de una victoria de la dupla Fernández-Fernández, lo que está en discusión es si desde el oficialista Cambiemos podrán lograr el épico escenario de forzar una segunda vuelta. Y lo segundo, es que la Argentina decide porque hay una ansiedad de parte de los ciudadanos de a pie de que esta campaña se acabe de la mejor manera posible, cada uno de los actores quede en el lugar que le designe la gente, y el que gane se dedique a gobernar desde el 10 de diciembre, que es la fecha que asumirá quien gane este domingo o luego de un eventual balotaje.
Ahora bien, el tiempo no es un factor con el cual cuentan los argentinos. El tiempo los apremia, como dato, solamente el día de ayer 883 millones de dólares se “fugaron” del Banco Central. Esto es plata de las reservas de todos los argentinos que el Banco Central saca al mercado tratando de contener a un dólar que se muestra decidido a seguir subiendo, en la misma jornada del jueves trepó hasta los 63 puntos y el Banco Central vendió 346 millones de la misma moneda. Lo mismo cuando los bancos ponen topes a la cantidad que pueden retirar los argentinos de sus cuentas, y eso ya está pasando.
Es por eso que el tiempo apremia a los argentinos, no pueden seguir esperando. Necesitan definiciones en lo político, en lo social y sobre todo en lo económico. Este último factor, sumado a la unión que pudieron acordar desde el peronismo para enfrentar al gobierno actual, hicieron la tormenta perfecta en la cual navega el presidente Mauricio Macri, que busca la reelección. Agudizando el escenario; puede decirse que la percepción que tienen los argentinos es que, al momento de una campaña tan dura como la que estamos viendo, el presidente está dedicando una amplia mayoría de las horas que tiene el día a la campaña y no a gobernar.
Una campaña tan dura que a la hora que escribía esta columna nos estaba mostrando sus cierres en multitudinarios actos públicos. En los mismos pudimos ver una radicalización de los discursos de los candidatos principales. Cada uno desde su posición estratégica, apelando fuertemente a sus votantes convencidos; el momento de recordar a los indecisos ya pasó. Estrategia política pura y momentos de toda campaña, al menos las gerenciadas profesionalmente.
El tenor y el tono de ambas candidaturas llegó a su pico máximo, Y la campaña se acabó ayer, ahora habrá que esperar al domingo para ver qué es lo que la Argentina decide. Porque la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, también se toma descansos. Aunque breves, pero descansos al fin.