El lunes de esta semana que se está yendo, el presidente de la República Mario Abdo Benítez realizó una reunión del Consejo de Ministros donde la novedad fue la transmisión en vivo de las deliberaciones en que sus ministros hicieron una especie de informe de gestión. Es plausible la iniciativa de transparentar la gestión, sin embargo, hay que decir también que el jefe de Estado, por un lado, busca proyectar una falsa imagen de transparencia y honestidad, pero, por otro lado, no demuestra en los hechos su verdadera intención y voluntad de terminar con la corrupción.

Es decir, en la gestión de Abdo hay un doble discurso, un contraste, una contradicción lógica irrefutable, una doble intención que no es coherente en su persona, lo que lleva a dudas de la gente. Desea aparentar que está a favor de la transparencia y dice a sus anchas, las veces que puede, de que está en contra de la corrupción y de que la frenará “caiga quien caiga”, pero sostiene a personajes altamente sospechosos de ser corruptos, como Patricia Samudio y Rodolfo Friedmann.

El gobierno de Mario Abdo, en estos momentos, está jugando con fuego. Sus aliados políticos en el Congreso Nacional, y quienes están fuera de la política pero que hacen negocios con el Estado, son cómplices de un sistema altamente sospechoso de estar corrompido hasta los huesos. Los vientos de cambios y revueltas populares que se están dando en la región, como Perú, Ecuador y Chile, deberían ser motivos suficientes para que su gobierno ponga coto a desmanes y despilfarros del dinero público. La gente no está más dispuesta a tolerar años y mucho menos décadas de inequidad. La ciudadanía ya no está para aguantar robos asquerosos al erario, nombramientos de funcionarios con salarios de primer mundo y sin concursos de méritos, ni mucho menos subas desmedidas de los servicios públicos como comunicación, transporte, agua y electricidad.

Mario Abdo, considerado un gobierno de derecha, debe interpretar lo que está pasando en la región con los movimientos socialistas y ser consecuente con una realidad que puede explotarnos también aquí en Paraguay. Los abusos de su gobierno son un caldo de cultivo para que eso ocurra. Seguramente existen muchos políticos y agitadores de izquierda extrema que están detrás de las movilizaciones y manifestaciones en Sudamérica, varios de ellos también empotrados en nuestra política criolla. La respuesta que dio el domingo último, desde Caracas, el dictador Nicolás Maduro, al dar un mensaje al Foro de San Pablo y referirse a las acusaciones de que estaría detrás de las revueltas en Chile y Ecuador, dan una pista. “Al Foro de San Pablo le puedo decir, desde Venezuela, estamos cumpliendo el plan, va como lo hicimos, va perfecto, ustedes me entienden... Foro de San Pablo, el plan va en pleno desarrollo, victorioso. Todas las metas que nos hemos propuesto en el Foro las estamos cumpliendo una por una”, sostuvo. El bolivariano habló así apenas después de que Diosdado Cabello, número dos de su gobierno y presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), expresara que “es apenas la brisita” y que “ahora viene el huracán bolivariano”.

“Lo que está pasando en Perú, en Chile, en Argentina, en Honduras, en Ecuador, es apenas la brisita. Lo que viene ahora es el huracán. Es absolutamente imposible que Colombia se quede como está. Esos países van a reventar porque tiene una sobredosis de neoliberalismo y eso no lo aguanta nadie”, dijo Diosdado, según reproduce textualmente Infobae.

Al margen de la ideología política o corriente religiosa que profesemos, existe una realidad que es irrefutable: los pueblos de América Latina están pasando necesidades. Paraguay no es la excepción. La indigna vida que llevan millones de compatriotas contrasta con la de opulencia de muchos políticos que de la noche a la mañana se enriquecieron a costilla del Estado y/o al margen de la ley (traficando influencias o mercaderías varias). Muchos de esos personajes están empotrados en el Gobierno (tres poderes). Muchos ministros de la Corte Suprema de Justicia tampoco están pisando tierra firme, se resisten a las reformas y viven en su burbuja ante una nueva realidad de vientos de cambio en Latinoamérica.

Es peligroso este escenario porque hay pescadores de río revuelto que están a la pesca de imponer una dictadura mediante el disfraz del populismo. La situación de Paraguay se complica todavía mucho más, porque todos están al acecho del botín que se llama Itaipú Binacional, represa hidroeléctrica que compartimos con Brasil, entidad que a fines del 2022 nos permitirá disponer de US$ 1.000 millones anuales como mínimo, de un total de solo US$ 300 millones que percibimos ahora. Esos recursos adicionales deberían servir para pegar un salto económico y un crecimiento sin precedentes. Si esos fondos no son bien administrados a favor de la gente y caen en manos de corruptos, sin lugar a dudas que el pueblo paraguayo va a reaccionar ferozmente, como ya lo demostró a fines de julio cuando se supo de la firma del Acta Bilateral “entreguista” de los recursos del país de manera secreta.

Los abusos contra el pueblo ya no pueden seguir como hasta ahora. Mario Abdo no puede pretender respeto ciudadano cuando da señales de una falsa imagen de transparencia y honestidad cuando paralelamente mantiene en cargos clave a personas corruptas como las mencionadas. Si sigue actuando así, ni un mago al frente del Ministerio del Interior podrá frenar revueltas populares como las que se dan hoy en día en Chile. Las amenazas de autoridades de meter garrotes a quienes se manifiestan no son escuchadas ni acatadas cuando un pueblo tiene hambre. De ocurrir disturbios como en Chile, los únicos culpables van a ser los políticos corruptos de siempre, por no dar respuestas oportunas a las necesidades básicas.

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