• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina

Faltan 144 horas para que la Argentina tenga un presidente electo. Si se cumplen los resultados que prevén la totalidad de las encuestas de opinión que circulan aquí, será Alberto Fernández –secundado por la senadora nacional Cristina Fernández, ex presidente 2008-2015– con el Frente de Todos, quien se alce con el triunfo. En ese contexto, el actual jefe de Estado, Mauricio Macri, que se postula por el frente Juntos por el Cambio, será derrotado.

La campaña electoral llega a su fin. Desde el último domingo y hasta las 21:00 del que viene, no se pueden divulgar encuestas en este país. Sin embargo y aún con esa prohibición legal, se puede afirmar que –luego de cuatro años de gestión ejecutiva– muy poco ha cambiado para Macri en cuanto a lo que técnicamente se categoriza como “voto consolidado”.

De hecho, en el 2015, Mauricio –en la primera vuelta– obtuvo el 34,2% de los sufragios mientras que hasta hoy, todas las compulsas prevén que el jefe de Estado tiene una intención de voto en torno del 34,5%. Tres listas peronistas que en aquel momento lo desafiaban, alcanzaron el 60,11% de las voluntades electorales. Las últimas encuestas divulgadas, en promedio, sostienen que Alberto F. será votado por poco más del 50% de los electores.

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Si bien las matemáticas poco tienen que ver con el desarrollo de los movimientos políticos, desde una perspectiva cuantitativa, el gran dato emergente es que la unidad del peronismo, en esta oportunidad, es la que habrá de frustrar la esperanza reeleccionista de Mauricio Macri que no ha logrado ampliar su base electoral. Como en el 2015, entre el 50 y el 60% de los electores rechaza al presidente argentino que no solo pudo o no supo conseguir más adhesiones sino que, por el contrario, obligó a la unión de los peronistas para derrotarlo.

Cerca de la medianoche del pasado sábado, en una de las mesas del restaurante temático “Perón Perón”, en el barrio de Palermo, un relevante consultor con muchos años de actividad en el mercado local, luego del multitudinario acto del “Sí, se puede”, que lideró Macri en torno del Obelisco, explicó a quienes lo acompañaban que “Mauricio logró amalgamar ese tercio de la sociedad antjperonista y antiK de siempre con un discurso voluntarista y emocional sobre un ‘nosotros’ mejores que los ‘otros’. Construyó una otredad negativa desde la superficialidad con un relato en el que la realidad los problemas cotidianos de todas y todos estuvieron ausentes”. El resto de los comensales asintieron pero el encuestador, al ser requerido por este corresponsal, solicitó reserva sobre su identidad porque estar “en una cena privada, con amigos”.

Es probable que Mauricio Macri también perciba interiormente una inminente derrota. Sabe que todo cambia cuando el peronismo se amalgama. El general Juan Domingo Perón sostenía que “el 2000 nos encontrará unidos o dominados”. Es posible pensar que, pese a que, desde aquella fecha estimada y simbólica a la que aludía el viejo general hasta este 2019 ha pasado largo tiempo, lo concreto, es que la unificación peronista llegó. ¿Para quedarse? No son pocos los interrogantes que se dan en ese sentido. Escasas voces, con poca convicción, aseguran que SÍ. Habrá que esperar. Mientras, incertidumbre. ¿Unidos por razones tácticas o por coincidencia proyectual? ¿Cómo saberlo? Habrá que esperar. ¿Gobernará Alberto en plenitud o lo acotará Cristina? Habrá que esperar. La posibilidad de un proyecto bifronte preocupa.

Así las cosas, todo parece indicar que Mauricio está pronto a perder el sillón en la Casa Rosada y, ante esa perspectiva, aspira a constituirse en líder de la oposición que viene aunque, también hay que decirlo, dentro de su propio partido –PRO (Propuesta Republicana)– algunos piensan que “ya fue” y que “debe ceder el liderazgo”. El tiempo de Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno porteño o, de María Eugenia Vidal, gobernadora bonaerense, para sucederlo, parece haber llegado. También, habrá que esperar.

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