Nosotros sancionamos y promulgamos la Constitución Nacional, y establecimos, entre otras, que la autoridad reside en el pueblo (Art. 2), todos los habitantes de la República son iguales (Art.46), toda persona está obligada al cumplimiento de la ley (Art. 127), en ningún caso el interés de los particulares primará sobre el interés general (Art. 128) y la Constitución Nacional es la ley máxima de la Nación y a su cumplimiento todos estamos obligados.

A la fecha, los que sancionamos la Constitución Nacional seguimos aguardando, y cada vez con más impaciencia, que el presidente de la República cumpla y haga cumplir la Constitución, sus promesas y se deshaga de los que se están burlando del pueblo que les votó, llevando a sus bolsillos los bienes del pueblo sin que les pase nada y sin que les importe el qué dirán. Abundan corruptos e incapaces en los altos cargos del Gobierno –no estoy generalizando–, que están llevando la paciencia del “soberano” a su límite y a pensar que a su Presidente, a quien todos le deseamos y seguimos deseándole éxito, no le interesa lo que piensan sus mandantes, o que no se atreve a desprenderse ni contradecir a los inútiles y sinvergüenzas que lo rodean, o que considera normal que estos se apropien de lo que es del pueblo, a la fecha defraudado, desengañado y hasta con remordimientos por haber creído en el cuento de Cantinflas, tan predicado en la campaña por la Presidencia, “caiga quien caiga”, que a la fecha da rabia escuchar, viendo cómo se pisotea la Constitución, que ella solo existe en los papeles, y la delincuencia sin castigo.

Se tienen que poner las cosas en su lugar como manda la Constitución Nacional porque de continuar las irregularidades que contrarian el interés nacional, que a la fecha son noticias diarias, terminarán por imponer la idea de que las cosas no van a cambiar y esa no es buena señal para el país porque hoy nadie puede negar las cualidades de inútiles, incompetentes y otras lindezas que adornan a algunos “amigos” del Presidente, ubicados en altos cargos del Gobierno, que para figurar recurren a dislates que en vez de generar aplausos dan risa a los paraguayos y, probablemente, al mundo entero.

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Es hora que se imponga la ley y se despida a los ladrones y corruptos que le traen más problemas que beneficios, o que le explique a su pueblo por qué se va preso y esposado un menor que roba mandarinas para comer y no corren la misma suerte los que roban millones del pueblo, o los responsables de lo ocurrido en el Indert, en Petropar, en el Ministerio de Trabajo, por citar algunos, porque esa pequeña diferencia puede dar a pensar en “complicidad”, inclusive del Ministerio Público, que debe hacer lo suyo y honrar su compromiso con la ciudadanía, ya que al parecer solo imputa a los que conviene a los intereses políticos de la línea oficialista y blanquean a delincuentes, a pesar de las denuncias públicas.

Es oportuno resaltar que no podemos hablar de igualdad cuando se va preso el que roba mandarinas y “Joselo” y otros más siguen libres, como si nada, a pesar de las reiteradas denuncias públicas, como ser el sobrecosto de los escritorios “de oro”, de las laptops, de las motos, de las tierras, etc., y nada ocurrió.

Son demasiados los problemas con que carga el Presidente sin necesidad, ya que tiene la lapicera que le sirve para cumplir y hacer cumplir la ley y destituir a funcionarios corruptos, lógicamente si la lapicera no se encuentra en sociedad o en condominio que es al parecer lo que ocurre y sirve hoy para crear memes y de diversión popular, lo cual lastima porque es nuestro presidente, el presidente de la República del Paraguay.

Es hora que el Presidente decida si va a gobernar para el pueblo o para sus amigos porque hasta ahora lo viene haciendo para sus amigos, quienes no se cansan de distribuirse el dinero del pueblo como si fuera una sorpresita de cumpleaños infantil, y por el otro lado el ministro de Hacienda nos dice que ¡¡¡no hay dinero!!!

Estamos viviendo situaciones de conflicto en las que “algunos personajes” se ven enfrentados con la ciudadanía y sus intereses a causa de la impunidad reinante, la falta de cumplimiento de la ley, lo que nos puede deparar un destino triste o violento por la falta de educación política, moral y ética y principalmente porque nos olvidamos, al parecer, que nosotros sancionamos y promulgamos la Constitución Nacional.

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