El título del análisis que humildemente intento exponer a continuación obedece a una inquietud personal sobre un tema que considero actual, y es la manera en que nos encanta teorizar sobre la pobreza desde la comodidad de nuestros smartphones. Y ahí, en esa misma comodidad nos permitimos asumir posiciones maniqueístas, como el que desde su orilla intenta dar cátedra de cómo ser un buen pobre, y el que desde la otra –a veces muy interesadamente– promueve que la pobreza es una condición absolutamente irreversible sin el Estado de bienestar.

El Banco Mundial estima que desde 1990 hasta la actualidad alrededor de 1.000 millones de personas en todo el mundo han salido de la pobreza extrema. En 1990 casi el 36% de la población mundial vivía con menos de dos dólares por día. Pronósticos preliminares señalan que ese porcentaje se redujo en los últimos años a menos del 10%. Lo que, pese a la drástica disminución, significa que 700 millones de personas en todo el mundo continúan viviendo en situación de pobreza extrema.

No obstante la nueva forma de medir la pobreza en términos de bienestar básico y sobre todo de acceso a servicios básicos que deben ser proveídos por el Estado, puede llegar a significar que muchas más personas de las que pensábamos están actualmente en situación de pobreza.

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Veamos, en un estudio hecho también por el Banco Mundial, con una muestra de 119 países, resultaba que solo 1 de cada 8 personas era pobre en términos monetarios, pero que 1 de cada 5 pasaba por privaciones, como por ejemplo educación o infraestructura de saneamiento.

Esta es una interpelación que en los últimos años se ha traducido en que se idearan nuevas herramientas para medir la riqueza de los países, como por ejemplo el Índice de Capital Humano, que, contrariamente al Producto Interno Bruto –que solo mide la producción bruta de un país– se orienta a la relación que existe entre la inversión de cada Estado en salud y educación, y el bienestar de la población.

En tal sentido, me parece interesante compartir algunos datos del estudio multidimensional 2018 que divulgó la semana pasada la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y que analiza a nuestro país de punta a pértigo en temas sociales y económicos. Se lee por ejemplo en el informe de referencia que en la ciudad, más del 20% de la población vive en situación de pobreza y el 1,6% en pobreza extrema; el 60% de la población carece de un seguro de salud y alrededor del 10% sin un buen suministro de agua potable.

En el campo, la pobreza extrema afecta al 12% de la población y la pobreza al 40%. El analfabetismo sigue afectando a alrededor del 10% de la población del campo, según el informe.

Si usted percibe un salario de alrededor de 6 millones de guaraníes este año se convertirá en contribuyente del Impuesto a la Renta Personal (IRP), un tributo que grava las ganancias. Es decir, usted señor contribuyente a partir del presente ejercicio, en la teoría es alguien que con la riqueza que genera está en condiciones de contribuir mejor al sostenimiento del Estado, un Estado que no observa la pésima calidad de los servicios públicos que brinda, y cuyos ciudadanos afectados son considerados por organismos internacionales “pobres más allá de lo monetario”.

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