“Americanah” es muchas cosas a la vez: una historia de amor, un estudio sobre el racismo y una mirada honesta sobre la realidad de ser una persona de raza negra en el mundo de hoy. Me resultó particularmente agradable el uso del término negro. En algún momento de la historia se hizo popular el eslogan “Black is beautiful” (lo negro es hermoso), y yo me quedo con ese eslogan antes que con todas las sutiles formas de decir que alguien no es caucásico, pero sin usar la palabra maldita. No estoy hablando de sus derivaciones racistas, claro, pero sigo creyendo que lo negro, como todo lo humano, es, en esencia, hermoso.

Algo así se plantea la autora a través de su narradora, Ifemelu, una mujer que deja su natal Nigeria por una beca de estudios en Estados Unidos, en la Universidad de Princeton. Luego de graduarse inicia un blog, cuyas entradas y formato le dan cuerpo a gran parte de la novela titulada “Observaciones sobre los negros americanos y los negros no-americanos, por una negra no-americana”. Explica la diferencia entre un afroamericano y un americano africano, y de esa distinción se manda una discusión profunda, brutalmente honesta y, sobre todo, necesaria.

“El Racismo nunca debería haber existido, así que no te merecés un premio por reducirlo”.

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Coincido con ella en que no vivimos en un idílico mundo “posracial”, cuando no solo en lo obvio, sino en nimiedades que una mujer con mi tono de piel no se puede hacer idea existen. Su blog discute cosas que me dejaron tan indignada como la primera vez que leí “La cabaña del tío Tom”, porque siguen ocurriendo hoy en día. Una mujer blanca con cabello enrulado se lo alisa. Una mujer afroamericana se lo “relaja”, lo cual, puede sonar hasta lindo si no fuera porque el proceso de “relajado” implica la utilización de productos que parecen importados directamente de Chernobyl y causan quemaduras en el cuero cabelludo. Lo peor es que no lo hacen, en la mayoría de los casos, por coquetería, sino porque en Estados Unidos, aún hoy en día, una afroamericana no puede presentarse a una entrevista de trabajo con su cabello natural. “Relajar” tu cabello es como estar en prisión. Estás enjaulada. Tu cabello rige tu vida.

El otro mundo de Ifemelu es Nigeria y el recuerdo de su gran amor: Obinze. Pero Obinze se fue a estudiar a Londres y al vencerle la visa, no le queda otra que tomar trabajos ilegales, lo cual hace que termine deportado y en un avión de regreso a Nigeria. Allí, su natural astucia y su inteligencia lo llevan a convertirse en un “self made man”, importante y rico, con una preciosa “esposa trofeo” a juego con su nuevo estatus. Años después, Ifemelu se harta de su vida de “exitosa inmigrante negra-no-americana”, y decide volver a Nigeria, donde para sus amigas es la pomposa y elegante “americanah”, pronunciado con sorna y admiración al mismo tiempo. Su reencuentro con Obinze, por su parte, es la prueba de que cuando dos personas conocen la esencia de la otra, y así y todo se enamoran, el tiempo y el espacio son conceptos totalmente relativos.

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