Excepto unas pocas entidades que son la excepción, improvisación en todas sus filas es lo que se ve en el gobierno de Mario Abdo desde afuera. Hace agua por todas partes. Por cada paso que da, resalta que su gestión es producto de la falta de la improvisación y de un plan concreto de gestión. Su plataforma electoral se fundamentó en discursos y meras promesas, la mayoría incumplida. En realidad, nunca siquiera reveló cuáles son los principales ejes para las áreas educación, salud, economía y seguridad. Su administración se va abriendo camino a los tumbos, de manera reactiva ante lo que surja, sin una planificación a corto plazo ni mucho menos una proyección de largo plazo.

La falta de tino para el abordaje de los problemas no solo es notoria en sectores sensibles como el económico, sino también en lo social y ni qué decir en lo político. El gobierno Mario Abdo cometió errores infantiles y no midió las consecuencias que tendrían para su futuro –y por ende para todo un país– las decisiones apresuradas e irresponsables. En lo económico no encontró el rumbo para mejorar las recaudaciones tributarias ni la fórmula para la generación de empleos, conste que hizo un anuncio de inyecciones tipo “shock” de US$ 1.500 millones este año para reactivar la economía. Está por acabar el año y tal cosa no ocurrió. De remate, nombró como ministro de Agricultura a una persona como Rodolfo Friedmann, quien según Enrique Riera: “no sabe lo que es un locote”. Como si fuera poco, no ayudan para nada las tareas realizadas por Carla Bacigalupo, el desempeño en seguridad y su relacionamiento con la Policía de Juan Ernesto Villamayor, ni mucho menos Eduardo Petta en el área de educación, quien hasta el momento no produjo resultados auspiciosos. Es, en verdad, tragicómico.

¿Cómo se puede crecer en estas condiciones en una coyuntura de recesión económica? En el mejor de los casos, Paraguay crecerá solo el 1% del PIB. Esto, si es que no ocurren más imprevistos graves (externos y climáticos) y si no se dan otros “tsunamis políticos”, como una nueva intención de juicio político al presidente de la República. Son factores que sin lugar a dudas frenan todo dinamismo económico. Ese escaso crecimiento, casi cero, es el más bajo porcentaje después de que el país haya mantenido una media del 5% por más de 10 años seguidos.

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El Gobierno argumenta en su defensa que en 12 meses le explotó en las manos una “tormenta perfecta”, con países vecinos con problemas y condiciones climáticas adversas, pero lo cierto y concreto es que le toca vivir esta experiencia y los paraguayos quieren soluciones, no más excusas. Cada gobierno tiene su peculiaridad y sus dramas, por lo que el de Mario Abdo no puede seguir culpando a las pasadas administraciones de lo que no se hizo o de lo que se pudo haber hecho. Esta gestión, al final de su mandato en el 2023, será medida por sus resultados.

Sus desaciertos y falta de rumbo impactan hasta en el ámbito de las disciplinas deportivas. En julio último renunciaba a la organización de los Juegos Odesur 2022 porque los US$ 60 millones necesarios para su realización iban a ser destinados a otras urgencias. En un giro inesperado, y que comprueba la improvisación, Hacienda anunció este martes último que están viendo la forma de conseguir los fondos como para “resucitar” el proyecto de hacer el evento en Paraguay. Salga o no, el daño a la imagen país está hecho.

La credibilidad del país está por el piso por culpa de Abdo y sus colaboradores. De hecho, en las últimas horas, el Presidente fue blanco de todo tipo de burlas en las redes sociales por haber recibido en Palacio de López a una persona que se hizo pasar por un poderoso empresario de la industria automotriz. Abdo se convirtió, una vez más, en el hazmerreír de todos. El jefe de Estado debe ser más serio, tomar en serio el gobierno y tomar medidas. En su entorno cualquiera hace lo que quiere porque los errores no son castigados como se debe. La impunidad prevalece. Creo que por eso Daniel Correa renunció al BNF para ir a dar un poco de “luz” a ese entorno lleno de adulones que no aporta ideas frescas. Por lo visto, ni los “intelectuales” del PDP –una de las patas del Gobierno– sirven para evitar que Abdo siga metiendo la pata.

Lo que pasó con el manejo de Itaipú Binacional fue la gota que colmó la paciencia de la gente. Ahora al Presidente ya no se le perdonará nada. La reacción de la ciudadanía y de los medios, que provocaron la caída de varias autoridades, demostraron en corto lapso lo equivocados que están. El pueblo paraguayo sabe que los más de US$ 1.000 millones anuales que ingresarán a las arcas del país desde el 2023, gracias a Itaipú, darán un fuerte impulso al desarrollo si es que esos fondos son bien administrados e invertidos. Los casi 8 millones de habitantes ya no están dispuestos a permitir que esta posibilidad le sea arrebatada por culpa de ambiciones personalistas de unos pocos.

Abdo Benítez está sumamente confundido porque da la impresión que está obnubilado por las espuelas del poder al punto de no saber dónde está parado ni cuál es la coyuntura que le tocó para gobernar. Sus colaboradores, por contagio, también viven en su burbuja, aislados de una realidad que terminará por devorarlos.

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