Por Ricardo Rivas

Corresponsal en Argentina

El candidato presidencial por el Frente de Todos, Alberto Fernández, planifica y gestiona su campaña en las oficinas de la calle México 337 de esta capital. Su compañera de fórmula, Cristina Fernández –senadora nacional y ex presidenta entre el 2007 y el 2015– lo hace desde la sede del Instituto Patria, Rodríguez Peña 80. Geográficamente, los separan unas veinte cuadras. En contadas oportunidades a quienes lideran en cada uno de esos edificios se los ve juntos. Alberto F. y Cristina F. hacen campaña por separado. En ese contexto, en los últimos días, Cristina regresó de Cuba, a donde viajó para visitar a su hija Florencia quien se trata en ese país por un problema de salud que padece y, Alberto, por su parte, viajó a Bolivia y Perú. Unos pocos días antes, también estuvo en Uruguay, Brasil, España y Portugal.

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Arropado de candidato a la Presidencia, que lo es aunque el sentido común lo perciba como el jefe de Estado que releve el venidero 10 de diciembre a Mauricio Macri en la Casa Rosada, Alberto F. cumplió con el ritual de los desconocidos en el escenario global para concretar reuniones cara a cara con algunos de quienes, en pocos meses, deberá interactuar en representación de la Argentina y sus intereses de todo tipo.

De hecho, en España, dialogó con el jefe gubernamental, Pedro Sánchez quien –como Fernández– deberá superar un nuevo proceso electoral para continuar el cargo, en el caso de que consiga formar gobierno, lo que hasta el momento no ha conseguido; y, en Portugal, con el primer ministro Antonio Costa. En los dos casos, se informó que dialogaron sobre “la situación en la Argentina y la evolución de un acuerdo entre el Mercosur (Mercado Común del Sur) y la Unión Europea” que semanas atrás, desde Osaka, Japón, acompañado de los principales líderes europeos, luego de la finalización de la Cumbre del G20, anunciara Macri, también presidente temporal del bloque regional.

En la proximidad geográfica, Alberto dialogó con el mandatario boliviano, Evo Morales Ayma, en tanto que en Lima, con el jefe de Estado peruano, Martín Vizcarra. De este último encuentro se informó que, ambos, coincidieron en la mirada sobre la región y se enfatizó en que el anfitrión se expresó en favor de “encontrar el modo de que los venezolanos encuentren una solución” a sus problemas internos y rechazó “las intervenciones externas y militares” en Venezuela.

Una coincidencia total con los lineamientos del que se conoce como Grupo de Lima que en setiembre del 2018 taxativamente hicieron conocer su “preocupación y rechazo ante cualquier curso de acción o declaración que implique una intervención militar o el ejercicio de la violencia, la amenaza o el uso de la fuerza en Venezuela” y abogaron “por una salida pacífica y negociada” para superar la “grave crisis política, económica, social y humanitaria que atraviesa ese país”. En el mismo sentido, los 14 países que integran ese foro, se manifestaron en abril del 2019.

Hasta el momento, se desconoce cuál es la agenda que sigue en la campaña externa de Alberto F. quien recientemente, también, también estuvo en Uruguay y Brasil aunque en esos dos países sólo se reunió con los ex presidentes José “Pepe” Mujica y Lula, respectivamente, para pedir la libertad de este último, sin tomar contacto con los ejecutivos aposentados en el montevideano Palacio Estevez ni en Planalto, Brasilia, donde comanda Jair Messias Bolsonaro, poco afecto al Mercosur y enfrentado por vulgaridades impropias de un jefe de Estado que afectan la agenda regional común con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y Brigitte, la primera dama francesa, a la que descalificó groseramente con claras expresiones de discriminación etaria y violencia de género.

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