• Por Fernando Filártiga
  • Abogado

En un trabajo publicado en la semana con el instituto Brookings, el ex presidente del banco central argentino entre el 2015 y el 2018, Federico Sturzenegger, declaró que el organismo carecía de autonomía respecto del Poder Ejecutivo durante su gestión. Para Sturzenegger, el cambio de los objetivos de inflación por influencia directa del gobierno fue un atentado contra la independencia del Central que catalizó la actual crisis económica argentina.

Es usual que la gestión de los bancos centrales sea blanco de comentarios, sugerencias o críticas. Pero en países donde estos organismos han alcanzado cierta fortaleza institucional, sus decisiones de política monetaria están protegidas de la manipulación política y responden a una visión técnica. De eso se trata la independencia. Ahora nos trasladamos de Argentina a los Estados Unidos.

Entre julio y agosto, el presidente Trump elevó el tono de sus ataques contra la Reserva Federal, reclamándole una política agresiva de rebaja de tasas de interés en la inteligencia que la tasa vigente erosiona la competitividad de la economía norteamericana. Para Trump, un recorte de tasas significativo e inmediato abarataría el crédito, estimularía el consumo, depreciaría el dólar tornando más competitivas las exportaciones estadounidenses y aliviaría los efectos de la guerra comercial con China, precisamente cuando arranca la carrera de reelección y las consecuencias de esa guerra arrecian contra la base electoral republicana. Se ha llegado a plantear que si la Reserva Federal desoye los deseos del Ejecutivo, traiciona los intereses estadounidenses cuando, conceptualmente, lo contrario es lo correcto.

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Sucede que el banco central persigue intereses de largo plazo o bien permanentes, como estabilidad monetaria e inflación baja, en función de los cuales debe adoptar decisiones de rigor técnico que no siempre coinciden con los ciclos políticos. Ahora mismo, para Trump puede ser urgente abaratar el crédito y debilitar un dólar demasiado fuerte respecto del renminbi chino y el euro con medidas para estimular la economía de cara a su pretendida reelección. Entretanto, para las autoridades monetarias la película continuará proyectándose luego de las elecciones y comprenderá la eventual inestabilidad sobreviniente a medidas impulsivas. Por eso, la Reserva ha optado por mantenerse cauta y al margen de las políticas más agresivas o precipitadas sugeridas por el presidente.

Un banco central es independiente si puede abstraerse de los ciclos políticos y electorales para desarrollar su misión técnica, lo cual no significa abstraerse de la realidad, sino de la influencia indebida, como la del gobierno argentino cuando modifica metas de inflación en el ejemplo de Sturzenegger. El banco colabora con los objetivos económicos del gobierno, pero no debería comprometer sus objetivos institucionales en función de coyunturas y un activismo mal entendido. El banco central es una institución conservadora en esencia y existe en torno a sus propios objetivos permanentes.

En los últimos 15 años, Paraguay ha logrado consolidar ese concepto. Los resultados están a la vista: moneda relativamente estable, inflación baja y controlada, sistema financiero sólido, reservas internacionales significativas pese a los vaivenes del escenario local y la incertidumbre en el mundo. Sin un BCP independiente, hoy podríamos estar al revés en términos de esos resultados, con los rigores de una inflación descontrolada. Y no requiere de mucha imaginación representarse tal escenario: el valor de un banco central independiente resulta obvio al contemplar qué sucede en los países donde no lo es. Escuchemos a Sturzenegger.

Volviendo al plano internacional, en los Estados Unidos difícilmente la Reserva Federal cederá a las presiones a menos que concurra una justificación técnica. Entonces, sin quererlo, con cada embate Trump ilustra la independencia de la autoridad monetaria norteamericana. En cuanto a los argentinos, cualquiera sea su próximo gobierno, la mejoría o no de la situación que atraviesan dependerá del fortalecimiento de los cimientos macroeconómicos, entre los que destaca la independencia del banco central.

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