• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en la Argentina

El candidato a presidente por el Frente de Todos, Alberto Fernández, esta semana viajará a España. Tiene un compromiso académico en la Universidad Camilo José Cela. Hay quienes aseguran que, además, se reunirá con el ex jefe de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y con el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Reunirse con Pedro Sánchez, actual jefe gubernamental, “es una imposibilidad”, explicaron allegados al viajero, “porque, como es candidato presidencial, España no quiere involucrarse en la campaña argentina”.

Aquí quedan el presidente Mauricio Macri y el ministro de Economía, Hernán Lacunza, con el objetivo de contener la crisis política que, como históricamente sucede en la Argentina, pega fuerte en la economía y las finanzas de este país que parece ser la tierra natal de Möbius.

Tal vez, la distancia entre Alberto y Mauricio les permita reflexionar sobre algunas cuestiones no menores aunque, por cierto, Macri tiene que definir cuál será su juego prioritario en los días que quedan entre este lunes y el domingo 27 de octubre cuando sean las presidenciales. Eso significa, además, reflexionar acerca de si habrá de priorizar en las semanas por delante el ejercicio en plenitud y sin especulaciones la jefatura del Estado o si, por el contrario, su máximo empeño lo habrá de poner en la campaña. Aunque perdió por goleada y ganar aparece como imposible, pese a que la aritmética diga lo contrario, esa definición es clave para la República.

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Alberto tampoco la tiene fácil. Si compartiera con Macri algunas de sus acciones de emergencia en la despedida del poder, cuando le toque asumir se habrá desgastado. Dentro y fuera del Frente de Todos. El poder –y Macri formal y legalmente lo tiene y debe ejercerlo hasta el 10 de diciembre– importa planificar y gestionar políticas necesarias para el bien común y la preservación de la paz social. Especialmente en momentos críticos. Las calles están tensas, pero sin atisbos de violencia.

Seguramente Macri y Fernández, entre sus tantas preocupaciones, recuerden que aún les quedan por delante debatir en la TV ante la ciudadanía. Una exigencia de ley. ¿Qué dirán cuando llegue ese momento crucial en el que estarán solos y lo que expresen no será mediado por nadie? La ciudadanía entenderá cada una de esas palabras como quieran o puedan.

¿Podrá Alberto reiterar que tiene una oferta generosa de China para resolver los desajustes financieros de la Argentina –como dicen que dijo cuando se reunió con la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI)– pese a que el artículo 4º del acuerdo SWAPP entre el Banco Central argentino y el Banco del Pueblo Chino claramente puntualiza que si no se cumple con el FMI ese convenio se cae?

¿Entenderá Mauricio que la sociedad no está molesta con el oficialismo solo por lo hecho, sino y también por lo que están haciendo que va en sentido opuesto a lo que desde muchos años pregonaron? ¿Cuándo mintieron?, se pregunta un amplio segmento social, ¿antes o ahora? ¿Alcanza con que el secretario de Cultura, Pablo Avelluto, confiese públicamente que “creímos que era más fácil”? ¿Imprudente o insensible?

Mientras, el dólar hoy abrirá cercano a los 62 pesos por unidad, la inflación se acelera significativamente. A los salarios les sobra medio mes. Lo que para Mauricio es reperfilar, para Alberto es defaultear. Ambos solo hablan y dan explicaciones a Wall Street, a los diarios especializados o a los burócratas del FMI. A lo sociedad solo le piden creer. Siguen jugando al truco, ese juego con barajas españolas, originario de Valencia, España, en el que para ganar es imprescindible mentir.

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