Lo que se hace forma parte de los caminos que acogen el historial de las acciones. Es en ese múltiple transitar que se aprende a vivir. Allí las huellas se encuentran y atestiguan lo vivido. Los rastros de la humanidad señalan en su totalidad lo que representa su esencia. En cada persona existe un imperio de acontecimientos que han manifestado alegrías, satisfacciones, dolores y sinsabores, aunque por sobre todo han dado lugar a pensar, a reflexionar y a decidir cómo continuar en el presente que los recibe.

Los rastros requieren atención en su concreción. Al vivenciarlos, con la plenitud de los sentidos activados, es mayor el margen de significados por descubrir. A veces las señales están a la vista y una distracción ocasiona el extravío de las mismas, cómo es posible que ni siquiera hayan sido detectadas; por eso cada día es un brillante tiempo para atender a los demás y también a lo que nos rodea. A partir de la presencia del otro se abre el universo de los valores por desarrollar, permitiendo la confección de lo que se quiere registrar, de eso que activa lo que uno es con lo que uno hace y que potencia la energía de vivir.

La realización de las ideas ayuda a diagramar los trayectos que se aspiran circular. De ese fantástico pensar surgen los senderos en donde habitarán las realidades generadas por las intenciones puestas en marcha. Desde su constitución imaginaria las huellas se caracterizan como tal. Por eso cada rastro tiene tanta vigencia como memoria se posea. De ahí la facultad de recordar, de unir, de aproximar o de relacionar lo que fue con lo que es. O de aceptar, reconocer y entender que su enseñanza ha permitido seguir creciendo.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

La gratitud ilumina las huellas y conecta el presente con aquello que ha marcado en el pasado. Los rastros normalmente están acompañados, es el inexorable destino al que se llega, ese que tiene al prójimo como partícipe generoso, dedicado y cobijador. La conciencia inmiscuida en la valoración de las personas que han influido en uno consolida la vocación de servir a quienes sea factible hacerlo hoy en día. Por consiguiente, los rastros tienen muchos rostros.

En el recorrido existencial el agradecimiento es el pilar que sostiene la vida. Allí las huellas se juntan para festejar e invitan a celebrar la convivencia entre anécdotas y anhelos, desafíos y superaciones, errores y aciertos e incertidumbres y certezas. Estos vínculos alientan a construir sociedades respetuosas.

Dejanos tu comentario