• Por Felipe Goroso S.
  • Analista
  • Twitter: @FelipeGoroso

Desde que asumió el Gobierno hemos venido apuntando la seguidilla de malas decisiones que viene tomando en diferentes áreas y situaciones. Muchos, me incluyo, hemos cargado sobre un primer anillo con características toscas, imprudentes, faranduleras y la mayoría de las veces, sin ninguna lógica política la mochila de aquellas decisiones.

Con la crisis de Itaipú ha sucedido algo sobre lo cual casi no se ha escrito aún: un recambio porcentual de ese primer anillo del Presidente. Volvimos a ver caminando por los pasillos del poder al grupo que le había ayudado a construir su victoria en las elecciones como Ovelar, Galaverna, Nicanor, Bacchetta y un par más. Algunos mencionan que por este mismo equipo fue por el que decidió jugarse el Presidente en sus horas más oscuras, dejando de lado a aquel otro primer anillo mencionado en la primera parte de esta columna o al menos parte de él. Uno creería que este cambio traería consigo decisiones oportunas y convenientes, en innumerables ocasiones he creído (y lo dije públicamente) que el Presidente necesitaba imperiosamente mejorar el nivel de su círculo rojo.

Sin embargo, es el momento de remarcar que la jugada de ayer de convocar a las bases de Colorado Añetete para que expresen su “incondicional y desinteresado apoyo al Gobierno” está lejos de ser de las más oportunas o esperadas. Agudizar el conflicto no es un buen plan para el Gobierno y tampoco para la economía. Y sacar gente a las calles es agudizar el conflicto. Espero que haya sido tan solo un desliz o un problema de timing. Confío en que así sea.

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Una de las cuestiones que más se le cuestiona al presidente de la República es el problema cada día más evidente que tiene para gerenciar su gestión y los números lo demuestran de sobrada manera. Si a eso le sumamos que ahora parece que va a dedicar parte del tiempo a organizar para sí baños de pueblo, es que nada se ha aprendido hasta ahora.

Si pretende transcurrir con cierta tranquilidad (la misma tranquilidad necesaria que usa como argumento para pedir celeridad en el tratamiento del juicio político) lo que le queda de su período de gobierno, el Presidente y su equipo político bien podrían volver a evaluar su estrategia de profundizar la grieta que se ahonda con aquellos sectores políticos y sociales que lo cuestionan.

Un alto vocero del Ejecutivo, a quien le critiqué esta iniciativa, me respondió que ellos no podían dejar que sean los opositores quienes ocupen todo el espectro mediático desde la calle. “La calle también es un campo donde vamos a librar la batalla”, creo que es un error. Cuando se está en papel de gobierno uno libra batallas desde la gestión, idealmente; sale y hace hablar a sus obras y, sobre todo, a quienes hayan sido beneficiados con las mismas. Y desde un tono y volumen moderado. Si se hace en tono barra brava, no colabora en nada.

Me dirán que tal vez sea porque no tienen mucho que mostrar ni que contar, y es probable. Tal vez vaya siendo hora de empezar y entender que la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, así como la comunicación gubernamental, precisan de gestión cuando se está en función de gobierno. Gestión y moderación, o no habrá marchas suficientes que garanticen un mejor futuro para este gobierno.

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