- Por Dany Fleitas
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El Presidente y el Vicepresidente deberán extremar esfuerzos para volver a construir cierta credibilidad ante el pueblo para poder gobernar en lo que resta del período, algo difícil después de todo lo ocurrido y considerando que ya se instalaron conceptos como “vende patrias” y “entreguistas”. “Desastre ko Marito” queda a la altura de las zapatillas.
Lo que es peor, el fantasma del juicio político se apoderó de los pasillos del Palacio de Palacio de López y de Mburuvicha Róga cuando todavía no se cumplieron 12 meses de gestión. No sabemos con qué cara y autoridad moral se presentará ahora este gobierno ante las autoridades del Brasil para una nueva negociación de compra de potencia de energía de Itaipú hasta el 2022, considerando que borró con el codo lo que previamente había prometido plasmar en un acta bilateral.
Esto es grave para el gobierno de Jair Bolsonaro, quien por su condición de militar es disciplinado. No sabemos tampoco cuál será el grado de respaldo popular que tendrá al momento de sentarse a renegociar el Anexo C del Tratado de Itaipú, previsto para el 2023, ni cómo llegará a esa instancia el presidente del Brasil debido al inicio de una investigación en su país a nivel parlamentario.
Más allá de las responsabilidades individuales de un acuerdo bilateral que iba a resultar lesivo para los intereses del Paraguay, las principales autoridades del Ejecutivo no pueden alegar desconocimiento de lo que hacen sus ministros o colaboradores cercanos, mucho menos cuando se negocia un aspecto tan delicado para el futuro del país, como lo es Itaipú y la compra-venta de energía eléctrica que puede impactar en las tarifas. Para el Paraguay, con 8 millones de habitantes, es demasiado sensible la administración de una entidad que a partir del 2023 inyectará más de US$ 1.000 millones anuales para desarrollar el país. Este fondo, bien administrado, podría significar el despegue económico de la República en pocos años. Pero por lo visto, para los nuevos inquilinos del palacio sobre el Paraguayo Independiente es más importante asegurar el bolsillo propio primero y relegar a segundo plano las migajas para el pueblo. Una barbaridad. Por eso, la reacción de la gente.
Tampoco el Presidente y el Vicepresidente pueden alegar, en su defensa, desconocimiento del derecho positivo paraguayo. La Constitución Nacional, los tratados internacionales, las leyes de la República y los reglamentos están para ser cumplidos por todos los paraguayos, por lo que el número uno y dos del Ejecutivo tienen que ser los primeros en dar el ejemplo.
En nuestro país todo es posible. Las excusas de quienes, en busca de redención, repiten y repiten que no sabían ni entendían nada de lo que hacían subalternos y un “asesor” especial, son como historias sacadas de una novela. En verdad, la manera de cómo se manejó la política energética en este gobierno es una realidad que supera a la ficción. Estas son las cosas que enervaron a todos los paraguayos porque da la impresión de que quisieron tomarnos del pelo. Los responsables de este guión mal hecho dejaron por lejos su impronta de incompetentes para gobernar un país. Si no saben qué hacen sus funcionarios y sus “asesores” y si no comprenden y aplican los conceptos básicos de la normativa nacional e internacional, entonces no tienen nada que hacer como autoridades.
Discrepo diametralmente con el senador Juan Carlos Galaverna, quien en un arrebato de pura adrenalina en plena crisis dijo la semana pasada en Palacio de López que Mario Abdo se había recibido de “estadista” al sortear uno de los momentos más críticos de la historia del Paraguay en democracia. Hay que llamar a las cosas por su nombre: el Presidente fue un ¡gran irresponsable! y se salva, por ahora, de un juicio político. No es poca cosa, está en juego la permanencia del Partido Colorado en el poder. El Presidente y el Vicepresidente, por acción u omisión, de buena o mala fe, colocaron al país al borde de un quiebre institucional justo en momentos en que Paraguay estaba comenzando a fortalecer sus instituciones democráticas.
Por todo esto y más, el peso de la historia es doble para Mario Abdo y su equipo, porque tienen en frente el gran desafío de comenzar de cero, recomponer equipos, reformular estrategias, reorientar la política exterior y entregar al pueblo paraguayo un Anexo C del Tratado de Itaipú acorde con sus expectativas. El Ejecutivo debe ponerse a la altura de los nuevos tiempos en que vivimos. En el tema energético no puede pegarse el lujo de fallar por ser algo tan caro a los intereses de la patria.
El Partido Colorado, en función de poder, tiene en este período la gran responsabilidad de romper un paradigma y negociar con Brasil un acuerdo justo para los paraguayos después de 50 años. Sospecho que de esto dependerá la permanencia de los colorados en el gobierno después del 2023. Pero antes, en las municipales del año entrante, van a tener una primera gran prueba. Es decir, Mario Abdo, dependiendo de lo que haga en adelante, entregará la banda presidencial a otro colorado o probará ese sabor amargo de ceder la silla del Palacio a un opositor, tal como ya lo hizo Nicanor Duarte Frutos en el 2008.