“Duele decirlo, pero hay que decirlo”
- Por Pablo Alfredo Herken Krauer
- Analista de la economía
- Email: pherken@gmail.com
El gobierno de Marito es, después del de Raúl Cubas Grau, el que peor comienzo ha tenido desde la llegada de la democracia y la libertad, con el golpe del 2 y 3 de febrero, que en gran parte “se dio” contra su padre Mario Abdo Benítez, la cabeza prácticamente de los militantes, expresión de casi lo peor del estronismo en la larga dictadura.
Peor comienzo en lo económico, político, social, popularidad. ¡Y sin haber cumplido un año de gobierno al frente de lo que él considera debe ser y será la Tercera Reconstrucción Nacional! Porque antes, nada se hizo. Quienes lo votaron y apoyaron para sus victorias electorales deben asumir sus responsabilidades y culpas: los Vierci y Zuccolillo a la cabeza, y su ejército de comunicadores sociales, que lo subieron a un pedestal de gloria y honor como fiel representante de la honestidad y del patriotismo, “victorioso ante el dinero”, incluso con la bendición de la desacreditada Iglesia Católica.
Quienes no lo votamos y advertíamos del paso en falso que se estaba dando nos sentimos orgullosos pero con un sabor agridulce: nadie quiere que un Gobierno electo por el pueblo fracase, porque se golpea el estómago de la gente en general y de los pobres en particular. Y aún no queremos que este Gobierno se descarrile, perjudicándonos todos. Pero ¿puede un estronista cambiar?
La crisis política actual llega en un muy mal momento económico y el sentido común nos indica que lo que esperábamos que mejorara se frenará. En el primer semestre del 2019 se habría registrado una caída económica del 1,5% respecto a igual periodo del 2018, el peor desempeño desde el mismo tiempo en el 2012, año que terminó cerrando con una recesión del 0,5%.
Recientemente el Banco Central del Paraguay (BCP) revisó y actualizó su proyección de crecimiento económico para este año, reduciendo la marcha del anterior 3,2% al 1,5%. ¿Qué hará la crisis política? He aquí un listado básico de los golpes a la economía: 1) Empeora el humor de la gente, aumenta la expectativa del consumidor, con una confianza más debilitada, que se traduce en una menor voluntad de compra, lo que afecta la capacidad de venta de los empresarios; 2) El clima de incertidumbre frena las decisiones de inversión y se aconseja la espera hasta que el panorama se aclare, lo que frena aún más la ya lenta marcha económica; 3) Hace más precarias las condiciones para el empleo y el salario de los trabajadores, destacando que el desempleo aumentó con 57.000 personas sin ocupación, y con otro aumento de 91.000 personas laburando de manera plena o a full; 4) La actividad económica deprimida afecta la recaudación de impuesto y consecuentemente la capacidad de gasto del Gobierno; 5) Se ensucia la imagen del país a los ojos del mundo.
Las calificadoras del riesgo-país (Standard & Poor’s, Moody´s y Fitch) no van a mejorar nuestras notas, incluso puede bajar el nivel de nuestras perspectivas, y el deseo de lograr el “Investment Grade” (o Grado de Inversión), como Chile, Uruguay, Perú y otros países, se posterga para un no corto ni mediano plazo, con lo cual perdemos la posibilidad de abaratar el financiamiento externo y atraer inversiones internacionales. Y puede encarecer la colocación futura de nuestros bonos soberanos en los mercados financieros del mundo (se presupuesta otros 500 millones de dólares en el 2020); y 6) ¿Qué reformas de fondo en la calidad del gasto de puede esperar con un Gobierno débil a la hora de tener que ajustar, frenar y parar el aparato del Estado y los aumentos salariales de los funcionarios públicos a los que Marito prometió el cielo con un populismo aplaudido por los grupos de medios de comunicación anteriormente mencionados que lo subieron al carro del ganador?
En este escenario tan desfavorable no se puede “festejar” casi ningún dato económico con aliento a positivo: 1) Segunda deflación consecutiva en julio (-0,1) –menor nivel de precios– y la cuarta en 13 meses. Porque la frenada de la ya debilitada actividad económica empuja hacia abajo la demanda de la gente y empuja las rebajas de precios de los negocios. Tenemos precios desinflados por tener una economía desinflada; y 2) Recuperamos la estabilidad en la cotización del dólar y es importante, pero ¿la menor demanda de dólares por menor importación no explica también el precio menor de la moneda norteamericana? ¡Hendy la calle! Por culpa de la crisis política, responsabilidad de un Marito que llegó al Gobierno por el poder de otros. Duele decirlo, pero hay que decirlo (DDPHQD).