Eduardo Ariel González Báez


En la República (384-377 a.c.) de Platón (427-347 a.c.), este defendía que la sociedad se dividía por castas, y cada uno debía estar en el lugar o rol que le correspondía por su propio origen, y esas castas las catalogaba en la parte más baja a los esclavos que eran cosas no se los consideraba seres humanos, después en una un poco superior estaban los agricultores, los artesanos, en una más los guerreros, y en la superior los sabios los filósofos quienes gobernaban, y por su condición ellos eran quienes estaban habilitados a gobernar a la “República”, como se dice cada uno en su función, y con ello mantener un cierto orden. En esa idea los sabios debían imponer que estos gobiernen pues los demás no estaban con la capacidad suficiente para hacerlo, y no era aceptable para ellos que una casta de menor jerarquía los gobernara, pues era tomar las decisiones fundamentales de toda esa “sociedad”, obteniendo así los beneficios de esa correcta decisión o eran también quienes sufrían y padecían las decisiones incorrectas de los gobernantes.

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Me remonto a esto por todo este “circo” (al cual lastimosamente nos viene acostumbrado el actual gobierno nacional en muchas de sus decisiones) surgido con relación al Acuerdo de la ANDE para la compra de energía de la ITAIPU Binacional y su homónimo Brasileño. Yo no creo como Platón utilizando a Sócrates en su dialogo cuando responde a Adimanto que uno no pueda superarse y pasar de una casta inferior a otra superior como consecuencia de la educación, dedicación y tesón que cada uno pueda hacerlo y así ampliar sus posibilidades teniendo también otro factor importante que es la “oportunidad”, y si está en la vocación de uno poder llegar a la posibilidad de “Gobernar” para toda una nación. Esos son avances de más de dos mil años de civilización desde que se expusieron las ideas de la “La República”, pues ahora al menos en el mundo occidental por ejemplo no concebimos la posibilidad de la esclavitud, el atentado a los derechos humanos, la discriminación por razas, religión, color, y supuestamente las políticas, aunque en esta última caso estamos parecidos a la época de Voltaire cuando escribe “Tratado sobre Tolerancia”, posterior a la condena de al inocente Jean Calas por profesar en el siglo XVIII la religión en Touluse, por un homicidio que él ni sus familiares condenados no lo hicieron, pues en nuestro país se está recurriendo a perseguir y sancionar a quien piensa diferente, lo cual es un terrible retroceso.

Todo esto me surge también por los adjetivos utilizados irresponsablemente por Ud., Señor Presidente, pues por estas expresiones de ser el pueblo orgulloso de nuestra historia por haberse defendido como se dice con sangre, sudor y lágrimas nuestra propia nacionalidad, donde nuestros ascendientes dieron su vida, donde un 16 de agosto de 1869, 20.000 hombres de quienes conformaban el ejercito de los aliados lucharon sin piedad alguna contra 500 soldados veteranos Y 3500 NIÑOS masacrados como si nada. Somos los adultos de esta generación los bisnietos de esos pocos héroes sobrevivientes de ese genocidio del 70, los nietos de los guerreros del Chaco, somos los descendientes de aquellos que permitieron que hoy nos sigamos llamando “República del Paraguay”.

Desconozco la casta a la cual pertenecen quienes tan mal lo asesoran, todos conocemos de la cual Ud., si proviene, pero de manera alguna este pueblo puede así ser considerado si obtuvo alguna ventaja también contractual. No saco de contesto sus palabras, pues lo que Ud. diga repercute y más aún con nuestros socios, Ud. se debe a nosotros el pueblo quien lo eligió, pero nunca se vio que en un contrato de mandato, que el mandatario trate al mandante con adjetivos peyorativos como “pillo, mendigo o peajero” salvo que exista una decisión de haber llegado el mismo a su fin unilateralmente. Le recuerdo Señor Presidente, que si llegamos a la miseria, donde nuestras residentas tuvieron que refundar al país, fue justamente por causa de nuestros verdigos de siempre, siendo uno de ellos quien se considera y actúa como el imperio del Sur, y si alguna ventaja nuestros representantes consiguieron en una negociación para nuestra nación, históricamente ES CORRECTO, eso no es una avivada es una mísera compensación por todo lo que nos hicieron.

Termino también diciendo que se dice “el ladrón juzga por su condición”, y si para Ud. esa ventaja fue considerada una pillada, una mendicidad, y acto de peajerismo del año 2007, en su gobierno tiene a la cabeza del ejecutivo quien autorizo esa negociación tan despiadada y depravada en contra de nuestro otro socio, y entonces corresponde que obre en consecuencia. No soy quien para discrepar o asentir con Platón, eso sería una necedad intelectual imperdonable conmigo mismo, pero si concuerdo cuando dice que los sabios deben gobernar, pero no desde el punto de vista solo del conocimiento sino del patriotismo y estando en el cargo se deben a la defensa de los intereses superiores de su pueblo y no de los suyos. Es el momento Señor Presidente, de demostrar que el ladrón no juzga por su condición, que el pueblo tuvo razón en elegirlo, dé un golpe de timón urgente, saque a ese grupos de adulones de su lado, y trate de seguir adelante construyendo ese nuevo rumbo que se le había dejado, y que sea realmente eso que prometió el “Paraguay de la Gente” y no el “Paraguay de la traición”.

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