Como hoy Sylvester Stallone cumple 73 años de vida, durante toda la semana un canal de cable transmitió programas especiales de este consagrado actor al que no se le pueden negar sus éxitos, que son muchos y merecidos. Desde su primera participación en “The Party at Kitty and Stud’s” (1970) hasta “Rambo V: Last Blood” (2019) pasaron casi 60 películas, entre ellas “Rocky” y “Rambo”.

John James Rambo inició su camino hacia el estrellato cuando en 1982 se estrenara “First Blood”. Desde entonces pasaron 37 años y aunque la película sigue siendo la misma, la forma de verla y hasta el mensaje cambió con el tiempo.

Aquel joven espectador, que se deleitó con las proezas del ex veterano de Vietnam que enfrentaba y vencía a toda la Policía del pueblito de Hope y a los miembros de la Guardia Nacional de EEUU, hoy ya maduro, aprecia de otra manera el filme.

Hace cuatro décadas, la novedad del argumento, la realización, pero sobre todo la actuación de Stallone encarnando a un resentido miembro de las fuerzas especiales, dejó en la taquilla una sensación de euforia al plasmar la figura de un nuevo héroe que podía enfrentar al mundo entero y que hacía justicia con una ametralladora M60.

Hoy, sin embargo, esa misma proyección deja un análisis más maduro y reflexivo. No solo vemos al vagabundo –condecorado con la Medalla de Honor del Congreso– cuya presencia molestaba al sheriff local, Will Teasle, sino cómo este “servidor de la ley” vive viajando en su patrulla, haciendo gala de su autoridad mimetizada con prepotencia y dirigiendo una comisaría llena de sumisos funcionarios que disfrutan descargar su malhumor sobre cualquiera que estuviera a su alcance, en este caso Rambo.

En el argumento notamos que el capricho de Rambo y del comisario se convierte en un infierno, con heridos y un muerto, con explosiones y con pérdidas materiales de consideración. Hubiera bastado con que el comisario bajara de su nube de soberbia y permitido al ex soldado atravesar tranquilamente el pueblito para evitar tanto... desastre.

Casi 40 años después parece como que la historia se tornara realidad con un comisario al que todos llaman “Desastre”, que también gusta pasearse de un lugar a otro ostentando su fingida humildad y su ciega soberbia.

En esta nueva versión del libreto original, el sheriff también vive en una nube y no ve los abusos que sus subordinados hacen en su nombre dentro de la comisaría, que no solo juegan con los ciudadanos, sino que además hacen trampas para autoasignarse sueldos a familiares y amigos. Pero como en el caso de Will Teasle, el comisario local se repite una y otra vez que todo está bien.

En esta nueva cinta la gente muere degollada en la cárcel, hay gente que muere por falta de atención en los hospitales, gente asesinada por sicarios, gente que fallece a causa de las drogas, gente que se suicida debido a la desesperanza de un miserable sueldo mientras los amigos del poder ostentan bienes inmerecidos, gente que esconde sus bienes al ser denunciada por enriquecimiento ilícito, gente que se ahoga en la ignorancia con un sistema educativo arcaico y represivo, gente que inventa cursos para cobrar sumas irreales, gente que presiona con impunidad para torcer lo correcto...

El guión de esta generación va mucho más allá de lo imaginable, pero el comisario no lo ve, vive rodeado de funcionarios que corren a su lado con espejitos y le dicen lo lindo que amaneció. Y el comisario cree que él es lindo gracias a su enorme ego.

Sin embargo, del otro lado de los espejitos crece el rencor de rambos, cuyos amigos siguen muriendo no debido al cáncer causado por las exposiciones al Agente Naranja, como en “First Blood”, sino de familiares que deben ser enterrados antes de tiempo, de niños que se drogan al costado de la Terminal, de maestros que cobran una miseria mientras groseros negociados favorecen de forma inconcebible a conocidos.

El comisario “Desastre” dice que todo está bien. Y miente. Su entorno está mejor que antes, eso sí. Los demás ven cómo se crean nuevos impuestos sin recibir contraprestación, sienten la crisis de la economía mundial mientras las ventas disminuyen y advierten el peligro de la rueda que afila la guadaña que corta los empleos de los que no cobran desde la comisaría.

Hoy no hay torta para festejar el cumpleaños de Stallone, aunque desde el pasado Rambo nos trae un importante regalo: un consejo. Ya vimos en “First Blood” cómo el orgullo siempre termina en “desastre”.

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