- Por Jaime Egüez
- Director del Club de Ejecutivos del Paraguay
Ante la coyuntura que enfrentamos todos nos preguntamos si no había suficientes datos provistos por la realidad cotidiana y no solo las estadísticas atrasadas de los registros públicos, sobre que íbamos a enfrentar y de hecho estamos enfrentando. La tormenta desatada en torno a nuestro barco de producción y generación de riqueza está en pleno desarrollo y se estima que tendremos fuertes vientos y altas olas en los siguientes meses. El barco del Estado paraguayo tiene buena madera, un grupo empresarial fuerte y competitivo, una industria ganadera y agrícola que ha evolucionado intensamente en los últimos años para ser una de las más competitivas del mundo y un sector financiero sólido y de una madurez consistente. ¿Ahora esto es suficiente?
Y la verdad que, ante la coyuntura, en lo que debemos insistir es en tener a los pilotos de los barcos alineados y el principal piloto que lidera la nación, el Presidente de la República, debe tener bien claro que su voz ante este momento debe sonar fuerte y clara para todos los demás pilotos de las naves más pequeñas. Hoy se está defendiendo con acciones la “capacidad potencial de producir del Paraguay”.
Hoy no estamos para posiciones académicas teóricas ni para discusiones sobre qué acción debemos tomar. Hoy no estamos para perder tiempo en una clase política que aún no ha entendido su rol en la construcción de una economía política sostenible.
El norte y la claridad de las ideas de la agenda deben ser únicas para todos. El Paraguay sobrevivirá a la tormenta en la medida que sus naves de producción salgan con su capacidad intacta de producir o con el menor daño posible.
Las unidades industriales como la incipiente y bien desarrollada industria maquiladora liviana y semipesado que se ha instalado en los últimos años, las unidades de procesamiento industrial de materia prima en productos elaborados, las cadenas de producción de proteína animal con toda su estructura, así como todo el sector del área privada de negocios como las áreas de inmobiliaria, de servicios, emprendedores y aun el área del turismo de compra, deben ser blindados con toda la capacidad del Estado para asegurar que sus motores de generación continúen funcionando a plena máquina.
No hay área privada que no sea generadora de los dos elementos más importantes para la sobrevivencia del país, los cuales son puestos de trabajo y generación de flujo de efectivo, incluyendo los impuestos. En el Paraguay no hay sector más importante que otro. Todos son fundamentales, ya que el país se construye y se sostiene por el motor empresarial privado.
El Estado, y sobre todo el gobierno actual en toda su estructura, debe atender hoy más que nunca el liderazgo de un presidente que dirija a un Paraguay competitivo a través de la tormenta. Y lo puede hacer en la medida que su discurso público sea motivador, alentador y orientado a una meta clara y precisa como lo es “defender y sostener la capacidad de producir del sector privado”.
Todas las instituciones deben mirar cómo alivianar momentáneamente el peso de la normativa, de las burocracias, de las limitaciones reglamentarias, de las asimetrías monetarias, y todo lo necesario para este momento. Todos debemos estar de acuerdo con que esta es una tormenta y debemos poder superarla con el menor daño posible a nuestras naves. Y aquí dos factores claves son: la refinanciación de los flujos de pago, que vence este año, y encontrar la capacidad de apalancar la caída de las ventas, porque de este modo defenderemos las posiciones de trabajo.
Debemos sostener el consumo interno inyectando dinero real en la economía diaria. Todos juntos podemos salir de este momento. Dependemos de tener una agenda única y una meta común para poder en poco tiempo generar una curva de crecimiento que nos permita continuar creciendo.