• Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

Vamos a invertir primero en educación, segundo en educación, tercero en educación. Un pueblo educado tiene las mejores opciones en la vida y es muy difícil que lo engañen los corruptos y mentirosos”.

José Mujica, ex Presidente de Uruguay

La frase del ex presidente José Mujica refleja cuán importante es la educación en las políticas públicas. Educarse es mirar al futuro y encarar la vida con metas y proyectos sostenidos con base en el aprendizaje para hacer frente a un mundo cada día más competitivo.

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Nuestra situación actual es un reflejo de lo lejos que estamos de preparar a nuestros hijos para el mañana.

Paraguay no solamente tiene una mala educación, sino que además tiene también un bajo acceso, generando dos problemas dentro de uno.

Empecemos por el comienzo, según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), la educación nacional es una de las peores del mundo, ocupamos el puesto 115 de entre 140 países, y fue empeorando en los últimos años.

Además, un informe de la Unesco revela que el nivel de enseñanza primaria en el país está por debajo del promedio de la región.

Por su parte, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que tiene como uno de los pilares la formación, tampoco beneficia a Paraguay, ubicándolo en el puesto 110 de entre 188 países.

Al mismo tiempo, el costo de la educación se va encareciendo, desde el 2010 hasta la actualidad aumentó un 40% según cifras del Banco Central del Paraguay, agrandando la diferencia de clases y limitando el acceso a la educación a los sectores menos favorecidos.

Solo el 10% de los estudiantes que ingresan al sistema educativo termina hoy una carrera en la universidad en Paraguay.

Un chico de escasos recursos deberá abandonar sus estudios, lo que reducirá sus posibilidades de desarrollo social, empleo y estatus.

Según cifras del MEC, solo el 30% de los estudiantes logra culminar los 12 años de escolaridad. Pero eso no es todo, al pasar al nivel universitario, solamente 1 de cada 10 va a terminar la carrera.

Hoy no solo es importante educarse para el futuro, los tiempos acelerados en los que vivimos nos obligan a un aprendizaje constante que no nos deje al margen del crecimiento mundial e individual.

Pero las cifras no nos ayudan. En Paraguay casi 280.000 personas mayores de 15 años no leen ni escriben, de acuerdo con los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).

Sin educación estaremos limitados en el acceso al empleo, lo que no nos permitirá mejorar nuestra calidad de vida. Y aunque estar educados y preparados no es garantía de un crecimiento económico, abrirá nuestras posibilidades de crecimiento individual.

Pero la realidad está lejos del ideal. Paraguay invierte apenas el 3,7 del Producto Interno Bruto en educación, cuando la Unesco recomienda el 7%.

El presidente Mario Abdo Benítez, en sus promesas de campaña, llegó a declarar a la educación como una “CAUSA NACIONAL”. A casi un año, a las promesas se las llevó el viento.

El ministro Eduardo Petta no solo se pasó de escándalo en escándalo, sino que además es sobrepasado, como si fuera poco, por una crisis generada en la jubilación masiva de docentes que pende como una bomba de tiempo del sistema.

No es todo. En estos días, antes de su viaje a EEUU, Petta desvinculó a unos 100 docentes de Educación Inclusiva y después tuvo que reponer a unos cuantos, develando un desorden ministerial que va de boca en boca.

En un comentario en Facebook de la internauta Karolina Peralta se lee: “UN BURRO FRENTE AL MEC”. Es el descontento que crece.

Así el futuro se ve nublado, o cuanto menos borroso, así como ese examen borroneado al que los maestros sin pensar le ponen cero.

Pero esa… es otra historia.

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