¡Hendy la calle! ¡No hay plata! ¡No hay circulante! ¡Socorro, Pablo! ¿Qué lo que pasó, por Dios? ¿A dónde pico se fue el dinero? ¡Un año atrás todo era mejor! Es el grito desesperado de la gente. En las calles, los comercios, los shoppings, las tiendas de ropas, los supermercados, las casas de Eusebio Ayala, el Mercado 4, la Terminal de Asunción, el aeropuerto, los negocios del centro de Asunción, los alrededores de la capital, la voz de los taxistas, los cambistas, las yuyeras, los vendedores ambulantes, las modistas, las peluquerías, los transportistas, los estacioneros, los mecánicos, los bodegueros, los despenseros, los publicistas, los empresarios grandes, medianos, chicos y pequeñísimos, los propietarios de bares, restaurantes y casas de comida, de reservados, los medios de prensa … ¡Todos se quejan amargamente! No se salva, prácticamente, nadie. Y a todo este lamento se suma la conclusión del resultado más mortal: ¡No me alcanza mi ingreso para vivir! Y escuché por ahí algo que me golpeó: ¡No tengo ni para el fracaso! Supe después que es la letra de una canción, gracias a la gentileza del gran amigo de la mañana bien mañana, Don Valerio Chávez, en nuestro programa “Tempranísimo” (970 AM). ¡No tengo ni para el fracaso! Duele decirlo pero hay que decirlo.

Y trabajé para presentarle a mi gente, don Juan y doña María, una explicación del por qué no hay el dinero que tanta falta hace en el país. Con números, cálculos y resultados fríos y concretos, descubrí que el mínimo de dinero que no ingresó en nuestra economía en un año suma 1.260 millones de dólares. Como la marcha más lenta se inicia a partir de junio del 2018, junté 12 meses hasta mayo 2019. Contra igual período anterior de junio 2017 a mayo 2018. ¡No ingresaron 1.260 millones de dólares! ¡Como mínimo! Y, mucho ojo, gran parte de ese dinero gira varias veces encadenadamente en los mercados y en la calle, pasando de mano en mano. Las exportaciones cayeron 741 millones de dólares, las remesas de nuestros compatriotas en la Argentina bajaron 47 millones de dólares, en préstamos externos entraron 116 millones de dólares menos, en turismo (argentinos fundamentalmente) la merma fue de 100 millones de dólares y en obras públicas (MOPC) la disminución fue de 254 millones de dólares.

Pero como el malestar de mi gente dolió más en estos feos cinco primeros meses del 2019, me concentré de manera más concreta y directa en el total de dinero que no ingresó a nuestra economía exclusivamente por el lado de las exportaciones de mercaderías, con respecto a igual período del año pasado: vendimos 577 millones de dólares menos, en el caso de los productos del “campo” –el malo de la película para la izquierda, los intelectuales, los políticos, los burócratas, los economistas de la ciudad y los periodistas haraganes, es decir, los acomodados– la caída fue de 588 millones de dólares, 412 millones de dólares menos en soja en grano que sumado a sus derivados significó 550 millones de dólares menos. Y este dinero fruto de la producción del “campo” tan odiado por los parásitos gira varias veces.

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Un ejemplo: un billete de G. 100.000 de G. 200.000 que “gana” el productor agrícola inicia un recorrido fenomenal, cae en manos de los transportistas, que pasan como pago a talleres, gomerías, peajes, locales de comida, yuyeras, y pagan sus cuentas de consumo de gasoil; el billete llega a las estaciones de servicio (más producción agrícola que cargar, más compra de combustibles); el estacionero entrega el billete al distribuidor del gasoil, cuyo propietario usa el dinero y lo entrega a la casa de automotores que le vendió su nuevo camión cisterna, casa que su vez paga al importador, que da el dinero al puerto privado por el que ingresó el transporte desde el exterior, que paga a la empresa de barcazas, que paga a un astillero, que lleva el billete al banco al que le debe por el crédito que sacó, el banco lo recibe y tiene más dinero para volver a prestar ¿Y a quién presta? A todo el mundo: casa, auto, inversión, electrodomésticos, incluyendo al productor agrícola que inició esta brillante circulación de dinero en la economía.

Flor de recorrido positivo contagiando el consumo de la gente y la inversión de los empresarios en todos los sectores. Si aumentó la producción agrícola hay dinero en la calle. Si cayó la producción ¡Hendy la calle! La cosecha de soja, que es la principal máquina de poner plata en el bolsillo de la gente, caería 23,5%, lo que nos golpearía con un ingreso “perdido” de 1.340 a 1.700 millones de dólares, también por el menor precio internacional en casi dos décadas. Y ese dinero que no ingresa no rueda y no rueda. Hasta la recaudación de impuestos cae. Y, mis queridos acomodados, lo que el campo no produce no se puede reemplazar. Ni por la marihuana. Duele decirlo, pero hay que decirlo (DDPHQD).

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