No será, la que se inicia, una semana más en la Argentina. Así como en la anterior se definieron las alianzas que habrán de competir en las elecciones presidenciales del próximo domingo 27 de octubre y en las PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias) del venidero 11 de agosto, hasta el sábado que viene se definirán quiénes serán candidatas y candidatos para ocupar cargos electivos. Aunque desde la semántica, es más razonable llamarles postulantes ya que de cándidos poco tienen las y los que, hasta el momento, se movieron como eficientes tácticos. ¿Tendrán estrategias, más allá de conservar sus posiciones?

Sin que la sociedad se repusiera totalmente de la integración de la fórmula [Alberto] Fernández & Fernández [Cristina Elisabet] para liderar el Frente Todos con un llamado de unidad al peronismo; desde el novísimo Frente Juntos por el Cambio, se informó que el presidente Mauricio Macri irá por su reelección secundado por el senador Miguel Pichetto, líder parlamentario del peronismo en el Senado. Nuevamente se sacudió el tablero político al igual que el de la gente “que lo mira por TV”. Pero, si algo faltaba, el que apostaba a ganar parándose en el centro de la grieta, el economista Roberto Lavagna no se quedó atrás. Su candidato para la vicepresidencia será el peronista Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta, que hasta el último minuto previo a su nominación negoció acercarse a Macri, sin éxito. Sobre seis candidatos de las tres principales fórmulas presidenciales, cinco son peronistas. Tal vez allí se encuentre la razón por la que el oficialista Frente Cambiemos sucumbió y de entre sus escombros numerosos tácticos devenidos en emergentólogos rescataron peronistas sobrevivientes. ¿Sorprendente? Sí, pero no. Lo nuevo vs lo viejo, sepultado. La dinámica de los acontecimientos, dirán algunos. Otros, como el politólogo Luis Tonelli, explican que la aparición de “dos cisnes negros [Alberto Fernández y Miguel Pichetto] evita que la “radicalización del populismo” se enfrente con “la radicalización del gorilismo” que Cristina y Macri, respectivamente, dejaron de lado con la elección de esos dos actores políticos –sin votos– que “ofrendan en el altar de la gobernabilidad”. De verificarse ese escenario, la grieta queda atrás. Las dos máximas fuerzas enfrentadas apuntan al centro que perciben como la tierra de nadie en la batalla electoral.

Por su parte, el académico Ricardo Sidicaro, autor de “Los tres peronismos”, una obra clave para entender las mutaciones del partido que fundara Juan Domingo Perón, en diálogo con este corresponsal señaló que “la historia da cuenta que este tipo de situaciones se verifica cuando no hay partidos”. Como si hablara de un genérico y sin referirse taxativamente a la Argentina precisa que “esa inexistencia es la que suele provocar obscenidades que impiden profundizar en ningún sentido”. Ante una pregunta concreta, admite que “es probable” que se trate del fin del siglo XX político en este país, pero no deja de señalar su preocupación “porque no se ve nada esperanzador”. El analista Eduardo Fidanza, en el diario La Nación de Buenos Aires, describe lo sucedido como un “proceso estuvo caracterizado por sorpresas y golpes de efecto propios del vodevil, un género frívolo y atrapante”. Sostiene que “predominaron las decisiones tácticas sobre las estratégicas”, que “el pragmatismo doblegó a la ideología” y sentencia que “la astucia de Maquiavelo prevaleció una vez más sobre el idealismo de Platón”. Contundente. Ganará el peronismo. Sin embargo, emerge un interrogante dramático: ¿Todos (des)unidos triunfaremos?

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