• Por el HNO. MARIOSVALDO FLORENTINO
  • Capuchino

Estamos celebrando la fiesta de la Santísima Trini­dad. Después de celebrar la ascensión de Jesús, la venida del Espíritu Santo, la Iglesia nos llama a recordar el mis­terio de la unidad de Dios. Mismo que nuestro Dios sea tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nosotros profesamos la fe en un único Dios. No tenemos tres dioses. No somos politeístas, como eran por ejemplos los griegos que tenían muchos dioses, y como sabemos, siendo dife­rentes entre ellos, era muy difícil para Zeus administrar los conflictos y los diversos intereses.

Nosotros los cristianos, nace­mos de la fe hebraica, y cree­mos en un solo Dios, omnipo­tente y creador de todas las cosas. Pero Jesucristo nos reveló, que este Dios único es también comunidad. Dios no es solitario, en su único ser es Padre e Hijo y Espíritu Santo, y gozan de la misma omnipotencia, de la misma gloria, de la misma voluntad, tienen los mismos intereses, se aman entre si, y rebozan de amor... Aunque sea muy difí­cil de comprender, o mejor, imposible entender comple­tamente este misterio, noso­tros somos invitados a con­templarlo y a encontrar en él, explicaciones y motivaciones para nuestras vidas.

Nosotros no fuimos hechos para la soledad. Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, cuando nos hizo a su ima­gen y semejanza, ya nos hizo abiertos y necesitados de los demás.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Todas nuestras acciones tie­nen efecto sea sobre noso­tros mismos, sea sobre toda la comunidad humana. Si hago el bien a una persona, lo estoy haciendo a ella, a mí mismo y también a todos. Lo mismo cuando maltrato una persona, estoy hiriéndome a mí mismo y estoy lastimando toda la humanidad.

Infelizmente el diablo ha entrado en nuestra histo­ria. La palabra diablo quiere decir “aquel que se atraviesa y separa”. Siempre que somos motivo de división y de con­tiendas estamos siendo dia­bólicos, estamos colaborando a descomponer la imagen de Dios. No es posible pensar que yo pueda ser una imagen de Dios, aislado de los demás.

Jesucristo vino al mundo para re-unirnos. Él quería reha­cer la imagen de Dios. Toda su vida, sus palabras y sus acciones querían enseñar­nos el camino de la unidad. Hasta mismo la eucaristía, él nos dejó como sacramento de la unidad. Quien comulga, es llamado a buscar la unidad, y no solo una unidad mística con Dios, más la unidad de todo el género humano.

Somos llamados a romper muros, abrir puertas, hacer caminos, construir puentes... a abrazar, ayudar, tender la mano, perdonar, elogiar...

¡Que todos sean uno!

Este es el sueño de Dios Tri­nidad, si tú quieres él te va a ayudar.

El Señor te bendiga y te guarde.

El Señor te haga brillar su ros­tro y tenga misericordia de ti.

El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.

Déjanos tus comentarios en Voiz