Por Bernt Enstchev

Fundador de The Bernt

Parece que hablar de crisis en Brasil se ha convertido en algo redundante en los últimos años. El tiempo y los años pasan y las empresas conviven diariamente con el reto de realizar recortes y más recortes en sus estructuras. La sensación que se tiene es que “un día van a recortar todo, inclusive la empresa”. Pero realmente no es así. Se sabe que es posible recortar muchas cosas dentro de las estructuras, sin la necesidad de romperlas. Pero la cuestión es, dónde se puede reducir sin perjudicar la rutina de trabajo, el ambiente corporativo y la calidad del servicio o producto que se entregará.

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Por lo general, los ajustes internos son realizados por las empresas en tres frentes: personal, estructural y beneficios (aquel, algo a más) para el colaborador.

Antes de implantar una planificación de recortes se debe intentar medir el impacto y trabajar con los posibles escenarios. Si la reducción es reducir el personal, por ejemplo, se debe elaborar un plan de comunicación interna estructurado para informar muy bien a las personas que permanecerán en la organización dejando claro sobre cómo se realizarán las gestiones y las actividades a partir de esa acción. Además se debe dar explicaciones plausibles, que expliquen por qué la compañía tuvo que tomar estas medidas. Personas bien informadas tienden a estar menos ansiosas y quejarse menos por los corredores.

El igual cuando se opta por recortar programas de gestión, calidad de vida, como por ejemplo gimnasia laboral. Se debe dejar claro que aquel beneficio no está dentro del presupuesto de la empresa y por eso se está optando por dejarlo de un lado. Consecuentemente, si el cambio es por una estructura física más compacta y menos costosa, igual, vale la pena hablarlo.

Sin embargo, lo que solemos ver en las compañías son ahorros poco inteligentes. Se suelen cortar funciones que poco van a aportar en el resultado final financiero y provocarán un rombo en el momento de la prestación del servicio. Por eso, es muy importante, antes de tomar la decisión, saber a dónde y a quién le incumbirá esa función y cuáles son los beneficios financieros que se tendrán más adelante. Si no se hace este análisis, el ahorro puede ser pifio y las consecuencias muy negativas para la empresa.

Si la decisión es mudar una estructura física, de nada vale colocar la empresa en un lugar donde el desplazamiento será inmenso, o si se trata de comercios por ejemplo, el cliente no se sentirá atraído. La recomendación es: tenga cautela, sea osado, pero si nunca dejar de saber hacia donde lo conduce sus pasos.

Recortar es importante algunas veces. Sin embargo, recortar sin saber la razón, se vuelve una medida vacía y poco inteligente. ¡Piense en esto!

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