Por Óscar Tuma

Como república bananera califican a nuestro Paraguay, apreciación utilizada para describir al país considerado políticamente inestable, empobrecido, atrasado y corrupto, concepto que difiere abismalmente del que nos merecemos, el de ser un país de gente valiente, al que defendieron hasta sus niños, quienes entregaron sus vidas por ella.

Pero, si nos preguntamos cómo puede coexistir ese contrasentido, por un lado patriotas que no dudan en defender su terruño hasta con la vida de sus hijos y por el otro, un país bananero.

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La respuesta es obvia, anteriormente, las autoridades nos enseñaban, desde niños, a anteponer a todo la patria y la prueba de ello se ve en las fotografías tomadas a los guerreros paraguayos ascendiendo a la cañonera para defender nuestra heredad hasta con sus vidas, y hoy, ese concepto tomó un giro increíble, dando la impresión que las “autoridades” que elegimos prefieren: la inestabilidad política, existente a causa de un grupo empotrado en el poder en el cual se enseñorea la ignorancia al punto de creer que el Paraguay y los paraguayos les corresponden; la pobreza, por la falta de conducción capaz y responsable, que se evidencia en las fotografías tomadas a nuestros compatriotas angustiados, v.gr.: por el crecimiento de nuestros ríos y la “ayuda” que le brinda su Estado; el atraso, en todos los sentidos, principalmente en la educación con una administración que es motivo de befa que se evidencia en las declaraciones de algunas autoridades que representan a la nación y de efectivos policiales de alto rango (no estoy generalizando); y la corrupción que se evidencia con los actos delictivos cometidos por funcionarios y autoridades públicas que abusando de su poder e influencia se quedan ilegitima y arbitrariamente con los recursos del Estado, anticipando sus intereses personales y los de sus compinches a los intereses de nuestra Patria, demostrado categóricamente.

Pero, hay más, a esos corruptos los elegimos para administrar el país más valiente del mundo y realizar sus fines, engañados con promesas de trabajar con la gente, “compromisos” de llevar adelante un “programa de gobierno” con los que hicieran posible el triunfo del partido para engrandecer nuestra patria, y nunca fueron cumplidas, al contrario, las promesas y compromisos fueron sustituidos por el engaño y la mentira, al punto de que actualmente algunas “autoridades” pasaron a integrar la fama por hacer uso ilegítimo de información privilegiada, el caciquismo, el despotismo, el compadrazgo, el tráfico de influencias, las extorsiones, sobornos, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el nepotismo, la impunidad, sin dejar de lado hechos criminales como el narcotráfico, el lavado de dinero.

De lo expresado existen ejemplos, y por mencionar algunos podemos resaltar: la confesión del presidente del Congreso que en un medio de comunicación expresó que “violentaron principios básicos de convivencia ciudadana” y que “empezaron a transgredir las normas cuando no les dejaron jurar a dos senadores electos por el pueblo; del “el senador” –antipatriota– Fernando Lugo, que violó la Constitución Nacional que juró respetar, convocando a prestar juramento y ejercer el cargo de senadores de la Nación a Mirta Gusinky y Rodolfo Friedmann en sustitución de Óscar Nicanor Duarte Frutos y Horacio Cartes, respectivamente, ex presidentes electos por el pueblo paraguayo, soslayando resoluciones del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) y de la Corte Suprema de Justicia. Esa conducta delictual motivó una denuncia penal que duerme en los cajones del Ministerio Público, que no es de extrañar en un país con inestabilidad política, pobreza, atraso y corrupción, los “valores” que reemplazaron al de un país de gente valiente que no dudó en enviar a sus niños a defenderla.

Los representantes del pueblo, sus mandatarios, que juraron respetar y hacer respetar la Constitución Nacional y que si no lo hacen que Dios y la Patria se los demande, al parecer se “olvidaron” de lo que juraron (perjurio), y la prueba es que las “autoridades” confiesan que muchos de los parlamentarios toman posiciones de acuerdo a los “intereses mediáticos”, lo cual obviamente quiere decir que juraron solo para las fotos, como lo expresó una “autoridad” al decir que “tomaron posiciones de acuerdo a las editoriales de los medios de comunicación”, porque “hoy los medios tienen mucha fuerza”.

Los paraguayos no podemos olvidar las promesas y compromisos incumplidos, los delitos y desatinos de algunas “autoridades”, ni permitir que esa burla al pueblo pase a ser un hecho anecdótico que quede sin castigo, porque de ser así, estaríamos olvidando el ejemplo de nuestros niños muertos en defensa del Paraguay, para convertirnos en cómplices y compinches de los delincuentes que se encuentran hoy en el poder que están destruyendo la institucionalidad de la República.

A la fecha y con los ejemplos de nuestras “autoridades”, estimo que ya no hay más vueltas que dar y que por el bien de nuestro país y el respeto al soberano (el pueblo) debemos volver al principio y exigir que los senadores cumplan con su deber y rectifiquen sus errores (por llamarlos de alguna manera), o de lo contrario que los administradores de justicia hagan cumplir la ley e impongan la pena que corresponda por sus tropelías a los que juraron ante Dios y la Patria porque de lo contrario todos los paraguayos debemos emular a nuestros niños mártires y levantarnos en defensa de la patria.

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