Nadie recuerda el día de su nacimiento, pero en los anales de la historia esa fecha se pierde en la memoria de los meses, que para un bache son lo que para los humanos, siglos.

Debido a su extrema longevidad, sus conocidos hasta le obsequiaron con un nombre: “Mumm-Ra”, en honor a la inmortalidad del villano de la serie “Thundercats” que mató a He-Man.

De ser una pequeña fisura en el pavimento, con inusitado talento y a fuerza de mucho esfuerzo, en su juventud Mumm-Ra pasó a convertirse en un rebelde agujero que molestaba el pasar de los neumáticos. Pero como su grandeza ya estaba predestinada, en todo este lapso logró que su territorio llegara a abarcar actualmente más de 4 metros de absoluto dominio, al punto que así como están las negociaciones con el clima y los raudales, en un futuro cercano con su poder llegaría a obstruir completamente el tránsito de la avenida.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Para quienes no saben acerca de este prodigio, el enclave se encuentra en la esquina de Cacique Lambaré y Yacaré Valija, allí donde hay un semáforo, y donde todos los vehículos que circulan sobre la margen derecha de la avenida deben desviar su rumbo hacia el lado izquierdo para no caer en la trampa del bache.

Como su existencia viene desde el año pasado, muchos conductores ya lo tienen fichado y optan por colocarse del lado izquierdo de la fila, aunque eso les cueste una o dos luces rojas más del semáforo.

En contrapartida, la mayoría de los desprevenidos que no conocen este cráter, al pasar, estropean sus amortiguadores, cuartean sus cubiertas o al menos se llevan un gran susto; sin embargo, en menor cantidad, esos visionarios que tienen la muñeca de un Ayrton Sena, a último momento, antes de caer en Mumm-Ra logran girar a la derecha y escapar hacia Villa Elisa por Yacaré Valija. Pero realizar ese movimiento, sobre todo cuando los bocinazos por avanzar en luz verde aturden desde atrás, es toda una hazaña.

Nadie sabe si estos días grises, con cielo encapotado y lloviznas son los culpables de que Mumm-Ra se encuentre triste. Algunas malas lenguas le llenan la cabeza con habladurías y le hacen creer que su papá no lo quiere, por eso jamás lo ha visto.

Mumm-Ra reflexiona. No cree todo lo que le dicen. Sabe, por ejemplo, que 100 metros al Oeste –sobre la misma avenida– existe otro hijo abandonado, igual que él. Por supuesto que su hermano, que es más joven, aún no ha alcanzado la profundidad de Mumm-Ra, pero evidentemente tiene todos sus genes, pues su tamaño ya resulta una gran molestia para todos los conductores.

¿Será cierto que su padre no los quiere, por eso no los visita nunca? ¿Será amigo del intendente, ya que este tampoco envía una cuadrilla para taparlos con asfalto como dictan las normas y las buenas costumbres? Ni los zorritos, que habitualmente se esconden en la curvita de su hermano para atrapar a los choferes en infracción, denuncian su existencia.

Hay también quienes dicen que durante estas madrugadas frías la vista de Mumm-Ra se queda clavada en el cable de internet que cuelga sobre él en el poste de cemento... como si con la fuerza de su voluntad pudiera encontrar en la web el número telefónico de algún profesional psicólogo que le ayudara a entender este mundo y menguar su angustia.

Así, aplastado, pisoteado, a veces cargado de agua y otras horadado por el polvo y el viento, Mumm-Ra murmura silencio en soledad. Duda. Duda sobre si alguien lo quiere o no. Está seguro de que los conductores lo odian, pero... ¿y el intendente? Él no. Él lo protege. No es casualidad que la vida de un bache sea tan longeva. ¿Armando lo quiere... o es un inoperante que no sabe de su existencia? Mumm-Ra quiere creer que la primera opción es la correcta.

Dejanos tu comentario