• Por Augusto Dos Santos
  • Analista

La palabra revés es para el segundo hemisferio del mandato presidencial. No ocurre y no debería ocurrirle a un presidente en la mitad del primer año de gestión.

Hace tiempo se viene hablando del problema de liderazgo del Sr. Abdo Benítez y es cada vez más fácil advertir que un punto central en este asunto es conceptual: de lo que hablamos cuando hablamos de liderazgo.

Las ganas de imponer el SMO fue un claro ejemplo de ese error al confundir liderazgo con un estilo de gestión que suponga la exacerbación del mando. Casi se diría que se confundió liderazgo con autoridad. Y aparentemente -sus asesores plantearon- que tener un SMO era un gesto de un presidente, duro, mbarete y alguno habrá deslizado allí la expresión liderazgo.

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En realidad el liderazgo no es otra cosa sino la capacidad política de un presidente para lograr la imposición de sus ideas mediante las herramientas democráticas y republicanas. Y dentro de este plan lo primero y principal es contar con una base activa que conjugue en la misma sintonía: congresistas particularmente.

Pero allí el Gobierno empezó con otro problema: algún asesor con ínfulas de republicanismo utópico trajo la idea aquella que Marito no va a influir sobre el Congreso porque eso es inmiscuirse en otro poder. Un disparate tan horroroso con el que solo lograron maniatar al Presidente en una función que para el presidente de los Estados Unidos -por citar una sola democracia- es casi el eje fundamental de su mandato: influir sobre el Congreso para que se aprueben sus iniciativas.

Quizás ello coincide con el tiempo en el que el Presidente se empieza a rodear del pensamiento más pobre de su entorno, encabezado por un ex gobernador que trepó al Senado en el dron del oportunismo político y cuya capacidad intelectual hace dudar de su suerte en una partida de ajedrez con un ornitorrinco.

Mientras -al mismo tiempo- empezó a cobrar distancia del sector más astuto de su sector político, responsable de su victoria electoral.

Pero Mario Abdo Benítez tiene todo para reponerse de este revés y tiene todo el tiempo para generar una mejor lectura del tablero. Perder todo a uno en el Senado es un momento ingrato, pero es demasiado temprano para trabajar otro modo de relacionamiento con su sector y su partido. Está bueno tener a alguien como Friedmann que esté ladrando todo el tiempo contra HC, pero la vida presidencial es algo más que pelearse con la sombra de un predecesor todo el tiempo.

Nadie duda que la posición financiera del Gobierno tiene muchas razones en el tema jubilatorio. El problema es que sus colaboradores políticos tienen que encontrar un camino inteligente para que su presidente no se exponga a perder los partidos importantes.

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