La filosofía sostiene la existencia. En ese preguntarse uno mismo quién es, qué hace y cómo vive se producen respuestas y constantes reflexiones que incitan a buscar permanentemente esas causas que mueven el proceder diario, que inspiran un camino, que incentivan aceptar que se puede crecer interiormente y que es posible mejorar aquello que así lo requiere. Es en el pensar donde radica la fuente de estas y cuántas otras cuestiones puedan abordar las personas.

En su obra “Introducción a la historia de la filosofía”, Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), filósofo alemán, sostuvo: “Es, pues, una tarea especial explicar que la intuición, la memoria, el sentimiento, la voluntad, etc., humanos, tienen sus raíces en el pensar. Nosotros tenemos voluntad, intuición, etc., y los oponemos al pensar. Pero el pensar determina, además del pensar, también a la voluntad, etc., y nosotros llegamos por una intuición más directa al conocimiento de que el pensar no es algo especial, una fuerza determinada, sino que es lo esencial, lo general, de lo que es producido todo lo demás”. Hay en el marco teórico del autor citado un profundo análisis del alcance eterno que acredita el pensamiento, y así lo es al considerar la perspectiva que en una vida hay inteligencia, responsabilidad y libertad y, por sobre todo, trascendencia.

La concepción aglutinante del alcance del pensar repercute hasta en las intuiciones, conforme lo expuesto precedentemente. Por lo tanto, sus resonancias deben fomentar el buen ejercicio de la capacidad de percibir y comprender. De igual forma lo hace con la memoria, así los recuerdos encuentran un amparo extraordinario, dando paso a la facultad de traerlos con pensamientos que vivifiquen en el presente lo que alguna vez sucedió. Es el pensar un testimonio de todos los tiempos, de ahí su flujo inevitable en donde hay humanidad.

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“Los seres pensantes son en sí, por tanto, libres”, escribió el profesor Georg. Dicha expresión puede ser considerada como uno de los cimientos de la vocación por construir. Es la máxima aspiración, por la que encuentran sentido los que deciden contribuir desde sus funciones, al desarrollo del bienestar social. Aquí la lógica del pensar tiene un horizonte claro, el de optar por componer, levantar y edificar lo que genera satisfacciones colectivas. Esta es una potestad que posee el ser humano. Su voluntad dirigida hacia el bien, consciente de lo que eso significa.

En el actuar se manifiesta el pensar, lo que acontece se ha pensado. Lo que se vive, se piensa. Hay tantas filosofías como vidas en este mundo. Aunque paradójicamente ante la finitud de cada ser acontezca lo que Hegel resumió diciendo: “Mientras pensamos somos lo universal”.

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