• Por Felipe Goroso S.
  • Analista
  • Twitter: @FelipeGoroso

El Cronograma Electoral para las Elecciones Municipales 2020 nos marca que las internas simultáneas de los partidos y movimientos políticos, alianzas y concertaciones electorales están previstas para el 12 de julio y las elecciones propiamente dichas para el 8 de noviembre del año que viene. ¿Es poco o mucho tiempo? En lo particular creo que es poquísimo y voy a tratar de contarles un par de motivos para tal afirmación.

Mucho se habla de otras instituciones del Estado, se las aplaude o se las critica, pero hay sobre las mismas cierto debate a favor o en contra de sus respectivos administradores. En cambio, sobre la institución de las municipalidades hay una abrumadora mayoría que opina en modo negativo sobre las mismas. Si les digo que un 99% del país piensa que lo que se tiene como gestión municipal es insuficiente creo que no estaré exagerando.

Las municipalidades han pasado de ser el gobierno más cercano a la gente a ser el motivo de plagueo de la gente. Necesitamos reinventarlas de manera urgente y, sobre todo, con creatividad. El modelo municipal actual está perimido, necesitamos que aquellos que decidan ser candidatos y ni qué decir aquellos que logren obtener la victoria tengan la suficiente valentía para afrontar los cambios que los pobladores exigen. Que vuelvan a recaudar sin que su supervivencia económica dependa de los royalties, que los escasos presupuestos con los que cuentan sean optimizados al máximo, no da más ese triángulo invertido en el cual un porcentaje mayoritario vaya a salarios y lo marginal sobrante a obras y servicios. Tenemos municipios cuya área geográfica es inmensa y eso dificulta administrarlas con eficiencia, tenemos otros que son extremadamente pequeños y que no superan la chapa de eternos administradores de pobreza. No hay una política de Estado al respecto de la creación de municipios o distribución de los mismos más que la absolutamente política.

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Como consecuencia luego vemos cómo los pedidos de intervención de las mismas son usados como garrotes por los concejales, por el Gobierno y obviamente también tiene una resolución política en la Cámara de Diputados, que es la encargada de estudiarlas en su etapa final.

Si a todos los problemas que les mencioné hasta ahora le agregamos la reticencia que tienen los administradores municipales a tener una Estrategia Comunicacional que los acompañe desde las internas, la campaña general y ni que decir una vez que asumen la titularidad en sus municipios, durante su gestión, la cosa se agrava aún más. Por lo que se ve, los intendentes y concejales creen que la Comunicación Política, en su vertiente gubernamental, es algo apenas accesoria, casi cosmética, que se hace si se puede o se quiere. Las cosas han cambiado ahora si comunicas de manera poco estratégica o directamente no lo haces por los motivos que sean, estás gobernando mal. Esto debe cambiar y de manera urgente y prioritaria, si a la gente no se le cuenta la utilidad que tienen en su día a día las instituciones luego terminan pidiendo (con razón o no) que las mismas desaparezcan. Si necesitan más datos pueden contactar con el Parlasur.

Si luego de todo esto aún nos preguntamos a qué se debe la mala imagen que tienen las municipalidades y sus coyunturales administradores intendentes y concejales es porque sencillamente se me acaba el espacio de esta columna. Podemos seguir debatiendo sobre las municipalidades, pero si para el 8 de noviembre del año que viene no hemos encontrado a 255 valientes, con la suficiente capacidad para plantear alternativas creativas que mejoren la relación entre los municipios y sus respectivas ciudadanías el debate habrá sido en vano. Como vanos suelen ser algunos debates que vemos en la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.

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