• Por Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Las empresas necesitan una complicada red de decisiones para su buen funcionamiento, desde las del tipo general hasta las específicas que incluyan procesos diarios, que incluyen muchos planes dentro del contexto administrativo-gerencial.

Toda área funcional, departamento o sección de la gran mayoría de las empresas, ha estado sujeta a la planeación en algún grado.

Sin embargo, un ingrediente común en cualquier planeación estratégica es el lapso de tiempo que permite clasificar convenientemente los tipos que los involucran como: planeación operativa, que abarca planes a corto plazo; planeación táctica, que abarca planes a largo plazo (de más de cinco años). La extensión de un período de planeación se determina respecto del ciclo de producción de la empresa en particular, de la fluctuación de las ventas, de la estabilidad de la norma de servicio y de los objetivos y metas de la dirección superior.

En la actualidad las pymes deben realizar la planeación estratégica, aunque existe una variación considerable entre los grados de complejidad y formalidad. Desde el punto de vista conceptual, la planeación estratégica es engañosamente sencilla, analiza la situación actual y la que se espera en el futuro, determina la dirección de la empresa y desarrolla medios para lograr la misión. En realidad, este es un proceso en extremo complejo, que requiere un enfoque de métodos para identificar y analizar los factores externos a la empresa y confrontarlos con las capacidades de esta.

La continuidad de la empresa es una condición necesaria cuando se desea que tanto el servicio a la sociedad como la realización personal del propietario de la empresa prosigan a través del tiempo.

La planeación se hace en un ambiente de incertidumbre. Nadie puede estar seguro de cómo será el ambiente externo o el interno, ni siquiera en el próximo mes y mucho menos dentro de varios años. Por tanto, los gerentes realizan suposiciones o pronósticos que se convierten a la vez en suposiciones para otros planes.

La razón de la necesidad de la planeación es muy sencilla. En la actividad empresarial nada sucede realmente al azar. Todo lo que ocurre en las empresas es consecuencia de una serie de hechos o acontecimientos, decisiones que se han producido (o se han dejado de producir) con anterioridad.

En las pymes el tamaño condiciona el volumen de producción y en consecuencia otros factores involucrados: costos de producción y participación en el mercado. Por tanto, la estrategia recomendable para estas tiene efectos singulares.

Es dable destacar los siguientes puntos fuertes que caracterizan a las pymes:

La flexibilidad: Son organizaciones con estructura elástica y con poco personal. Los empleados desempeñan diferentes funciones y de hecho cada uno se adapta a las necesidades de la empresa, así se convierten en comodines para enfrentar a la competencia en forma directa.

Su movilidad. Se puede movilizar a los empleados en forma inmediata, ante cambios en las condiciones del mercado, ganando tiempo.

Rápida toma de decisiones. Esta puede hacerse de manera expedita cuando el caso lo requiera o en caso contrario, suspender una decisión si la situación lo amerita.

Segmento de mercado reducido. Esto es aconsejable, ya que será difícil ser atacado por empresas grandes.

Cambio de segmento. Ante la amenaza de la empresa grande, su opción es retirarse en busca de un segmento no competido, su alternativa es saltar de segmento en segmento para sobrevivir.

La planeación estratégica es una actitud, una manera de vivir, requiere de dedicación para actuar con base en la observación del futuro y una determinación para planear constante y sistemáticamente una parte integral de la administración.

Para lograr mejores resultados, los directivos y el personal de una empresa deben creer en el valor de la planeación estratégica y desempeñar sus actividades lo mejor posible.

Dejanos tu comentario