• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Para las entidades financieras, crecer en pasivo, es decir, en depósitos de los clientes, es a veces complicado, consecuencia de la creciente competencia observada actualmente aunque últimamente se viene dando una elevada liquidez en la mayoría de estas instituciones, y también extensivos a las cooperativas de ahorro y crédito.

En cambio, aumentar el activo a través de facilidades crediticias de corto, mediano y largo plazos no ofrece muchas complicaciones, pues siempre habrá clientes dispuestos a obtener préstamos si se rebajan los criterios de asunción de riesgos y los objetivos de rentabilidad. No resulta fácil crecer con un activo rentable y de calidad. Es decir, incrementar el portafolio de créditos a clientes sin que se dispare la morosidad y con niveles de rentabilidad encuadradas dentro de los márgenes esperados por la entidad.

Las incidencias habituales que acontecen en estas entidades casi siempre vienen provocadas por descuidos en la aplicación de su política crediticia, que puede afectar tanto a su concesión como al proceso de seguimiento durante el período de vigencia de los créditos desembolsados.

Los riesgos nunca llegan por sorpresa, sino que nos avisa a través de diferentes síntomas, actitudes y acontecimientos.

Un buen monitoreo no solo permite controlar razonablemente y velar por el buen fin de los créditos concedidos, sino también les da a cada una de las instituciones financieras la posibilidad de incrementar sus niveles de rentabilidad dentro del conjunto relacional con sus clientes.

En la práctica se dan casos en que por la necesidad de captar negocios se aprueban muchas veces solicitudes cuyas relaciones de ingresos-egresos no permitirían a simple vista un repago regular de las cuotas del capital e intereses a sus vencimientos y luego vienen las moras indeseadas, y la necesidad de refinanciarlos y/o reestructurarlos, lo cual es evitable, siempre y cuando se haya hecho en tiempo y forma una correcta evaluación crediticia antes de que el comité aprobara el desembolso del préstamo.

Para el cálculo de la capacidad de repago de un crédito otorgado es importante, en caso que el desembolso se realice a una persona jurídica, que se facilite un plan financiero o de inversiones, en el que se especifiquen las previsiones de ventas, compras, gastos generales y recursos generados (cash flow).

Muchas veces seguimos dándole una mayor ponderación a los aspectos cuantitativos, cuando que en realidad debería haber un buen equilibrio con lo cualitativo, pues de qué vale que una empresa X nos muestre una buena posición económica-financiera-patrimonial si en contrapartida no cuenta con la estructura gerencial deseada que muestre la experiencia y el perfil necesarios en las posiciones clave que les permitan operar en forma competitiva y rentable en función a los segmentos de negocios explotados dentro de un mercado estrecho como el nuestro, pero cada vez más competitivo.

Los balances (históricos y proyectados) son herramientas tradicionales, pero unilateralmente no es suficiente para un buen juicio crediticio. Un hombre de créditos con poder de decisión deberá estar siempre preparado para hacer una contraoferta si la propuesta original del prestatario no encuadra, por alguna razón, dentro del estándar crediticio aceptable.

Bien sabemos que en créditos riesgo cero no existe, pero siempre es recomendable estructurar mecanismos de análisis, evaluación y seguimientos durante el período de vida del préstamo que nos permitan poder reaccionar en tiempo oportuno, cuando la evolución de actividades del negocio no son los esperados debido a coyunturas desfavorables que puedan darse dentro de los mercados explotados.

Crecer cuantitativamente dentro del portafolio de créditos no ofrece muchas complicaciones, lo importante es que sea a niveles razonables y de calidad bien controlada en función a los trabajos previos de evaluación crediticia realizada antes de tomar la decisión de desembolso y que deben ser hechos con mucho profesionalismo.

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