Es una tela preparada para pintar sobre ella, de lino, cáñamo o más comúnmente de algodón de color blanco o crudo con pequeñas motas oscuras, que suele ser basta y fuerte. Del latín linteum, así el lienzo encuentra expresiones que lo definen. Vinculado a las artes pictóricas se constituye en el soporte en donde las destrezas esgrimen sus versiones. Entre sus precursores está Gayo Plinio Segundo (23–79 d.C.), cuyo seudónimo era Plinio el Viejo, acreditando su práctica en la Antigüedad aunque fue en el Renacimiento donde se generalizó el uso del soporte en cuestión.

El lienzo es resistente a la humedad, como también al frío. Su penetrante poder de contención es superlativo, donde habita se establece como un anfitrión dispuesto a brindarle sus dotes históricos a quienes deciden abrir su imaginación. Es que en su espacio hay lugar para las ideas que le dan animación a los proyectos que fluyen una y otra vez.

Es el ser humano fuerte y audaz, capaz de superar diversas temperaturas, como de alcanzar cotidianas cimas. Por consiguiente, en cada vida hay tantas telas como sueños realizados y por vivir.

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Surge un eslabón misterioso en toda existencia que transita el arte de construirse, al igual que los lienzos que detallan los símbolos que los habita y que en su prolija elaboración muestran infinitas gamas de luces.

En los albores de las expresiones es valioso aprender a desarrollar lienzos que unan perspectivas edificantes. Es indudable que los lienzos han sido elementales durante miles de años y lo seguirán siendo por siempre. Donde hay un lienzo hay todo por hacer.

En las virtudes del lienzo se hallan las virtudes del ser humano. Se pueden pintar obras basadas en inspiraciones ocasionadas en un instante vivido o en la secuencia de simples episodios que conllevan grandes satisfacciones, como cuando se pregona con hechos lo que se siente por otros o por las causas colectivas que requieren del aporte de uno.

La historia adora la cultura. Y la cultura adora a la historia. Ambas son especiales, rotundas maestras y eternas protagonistas de los vaivenes de la humanidad. Los lienzos también las unen. En ellos los tejidos de cada artista manifiestan circunstancias, motivos, tiempos, y de alguna manera esbozan la presencia de la sociedad en la que habitan.

La preparación del lienzo es vital para la utilización de las técnicas de pintura. Por ello quienes pintan deben esmerarse en esa tarea que favorecerá a la obra en su conjunto. Es la sociedad un lienzo gigante dispuesto a recibir el toque constructivo que caracteriza la particularidad de cada uno. En el proceso artístico las emociones hablan de mil maneras y se destacan, dejando la impronta de los deseos, en la sólida superficie que los cobija.

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