La confianza sin confianza no es desconfianza; es la nada. Y la nada define, no solamente describe, la tragedia de un vecino que lo tenía todo para ser rico, sano, civilizado, y que bajo su siempre generoso amparo y reparo también nos hubiésemos beneficiado de una vida económica y social muy superior a la actual. Hoy la historia se repite en la misma historia generacionalmente repetida: Los argentinos no confían en su Argentina. Mejor, vuelven a no confiar de manera extraordinaria después de un breve noviazgo, como siempre.

El desconfiar es desamor. Y ese desamor los argentinos lo manifiestan de manera muy cruda: la adoración al dólar y el consecuente desprecio a su moneda local ¿nacional? Razones las tienen. Por los resultados de la adoración y del desprecio. Dos botones como ejemplo: 4,7% de inflación en marzo pasado, 11,8% en tres meses y 57,7% interanual o en 12 meses. Y el dólar con un precio que subió 105,2% el año pasado y actualmente 10,7%. ¿Pero cuánto en estos resultados tiene como causa la confianza sin confianza ¿la nada? de los argentinos?

Tendremos turbulencia económica y política en Argentina y no se agotará en este año. Habrá ramificaciones negativas en el mañana inmediato. El otro gran hermano (76% del Mercosur y 35 veces más grande que nosotros) también se nos complica. Apuntaba a crecer 2,5% y ahora el avance se ajusta al 1,3%. Casi semejante al 1,1,% gateado en 2017-2018. Y hablamos de la octava mayor economía del mundo. Baja también su pronóstico para el 2020 del 3% al 2,5%. Es imposible en este escenario regional crecer nosotros a un ritmo superior al 4% (este y los próximos años). Ya tenemos un piso del 3% para este año. Y si nuestros vecinos siguen complicándose, complicándonos nos contagiarán.

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En este contexto vecinal muy desfavorable que nos tendría que ensuciar, el martes 16 pasado la calificadora mundial Moody’s Investors Service ratificó/respaldó las calificaciones de tres bancos paraguayos (Banco Continental SAECA; Banco Regional SAECA; y Banco Bilvao Viscaya Argentaria SA (BBVA Paraguay); al mismo tiempo subió las calificaciones de largo plazo de Banco Basa, perspectiva estable, ratificándose también las calificaciones de corto plazo del banco, y elevó el perfil macro del sistema bancario paraguayo a “Moderado (-)”, de “Débil (+)”, “para reflejar la resiliencia de la economía del país (fortaleza y capacidad de sobreponerse a escenarios difíciles), que ha ido creciendo constantemente a pesar de la desaceleración económica regional de los últimos años y su limitada susceptibilidad al riesgo político (…). Es baja la puntuación del país para el riesgo político, por lo que no esperamos que los acontecimientos políticos afecten significativamente las métricas crediticias y den lugar a cambios importantes en las políticas económicas o afecten la disposición o capacidad del gobierno para dar servicio a la deuda”.

Es para aplaudir, para repicar el aplauso que viene del exterior, que ven y estudian el Paraguay descontaminado, de todo, menos de la realidad, la que los políticos en bandada atacan para empeorarla, hasta con el irresponsable deseo del ¿golpe de Estado? Para no creerlo. No es desconfianza. Es miseria, y de la peor miseria. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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