• Por Dany Fleitas

En esta Semana Santa, la gran mayoría del pueblo paraguayo conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. En teoría, si vamos a seguir solo a la fe cristiana, se trata de un período de intensa actividad litúrgica entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección. De seguro existe una porción de creyentes que se entrega plenamente en estos días santos a cumplir con cada una de las tradiciones religiosas instituidas por la Iglesia Católica, pero existe otra que aprovecha estos días para participar de actividades paganas.

Los más humildes aprovechan el jueves, viernes, sábado y domingo para viajar a su pueblo natal y pasar en familia, mientras que los más afortunados van a vacacionar a alguna playa sobre el Atlántico lejos de los problemas cotidianos del país. Entre los más “afortunados” se encuentran algunos funcionarios públicos y políticos (funcionarios-políticos y/o políticos-funcionarios) que ocupan cargos (electivos o no) en el Estado (de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial). Se trata de una casta que hace la vista gorda a los grandes problemas nacionales. Ahora mismo tenemos a la vista de todos el gran problema de las inundaciones, de las que padecen miles de familias de los pueblos ribereños.

Estos pocos funcionarios-políticos y/o políticos-funcionarios, como quiera que se los llame, que gastan mucho dinero en viajes de placer en plena Semana Santa, tienen todo el derecho del mundo de hacerlo, solo que con esta actitud demuestran su total desapego a lo que es la tradición, su falta de valoración hacia el turismo interno y su indiferencia hacia el efecto que tiene el hecho de dejar el dinero en el extranjero en vez de incentivar el gasto interno.

Esa movilidad que existe hacia centros de recreación del exterior contrasta a su vez con lo que vemos en estos días a lo largo y ancho y del país: las numerosas muestras de religiosidad popular, como la tradicional procesión a Tañarandy, visitas a las iglesias o las famosas representaciones de la Pasión de Jesús en muchos pueblos de la República. Lo que es seguro que no vamos a ver es a políticos denunciados como corruptos arrodillarse para pedir perdón a Dios y la gente por tantos robos en la administración pública.

Según la tradición, este Jueves Santo los fieles cristianos se preparan para el Domingo de Resurrección. Para la Iglesia Católica tiene un altísimo valor la conmemoración de la institución de la eucaristía en la Última Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús. ¿Será que nuestros políticos pecadores (ladrones) lograrán la transformación de sus almas si es que sus pies son lavados y besados por un enviado de Dios? ¿Será que estos privilegiados de la coyuntura nacional piensan siquiera en el Jueves y Viernes Santos? Yo lo dudo mucho.

El Viernes Santo es aún más representativo y sagrado, ya que este día se recuerda la crucifixión y muerte de Jesús de Nazaret. Para quienes respetan a rajatabla esta tradición, los fieles guardan ayuno y abstinencia de carne como penitencia. ¿Será que algún político, acusado de corrupto, reflexiona en este día sobre sus ofensas al pueblo y las necesidades que hacen pasar a la gente por sus actitudes mezquinas? ¿Será que se animarán a realizar alguna abstinencia como penitencia por sus pecados cometidos contra este pueblo que sufre necesidades por los privilegios otorgados a unos pocos del entorno?

Este Sábado de Gloria muchos políticos, sindicados como corruptos, seguirán con su merecido “descanso”, mientras los más humildes, con chipa y sopa en mano, rezarán y se entregarán a la gracia de Dios para que una mano divina mantenga el crecimiento económico, genere más empleos para los jóvenes, una mejor calidad en la educación básica y universitaria, mejores hospitales y seguridad para todos.

Esperemos que al menos este Domingo de Resurrección, que es la fiesta central del cristianismo, un Jesucristo resucitado “toque” los corazones de nuestra clase política para que en los próximos meses se produzcan cambios el derrotero nacional. Esta Pascua, que marca el final de la Semana Santa, tiene que servir de alguna manera para darnos cuenta, todos, sobre la cruz que cada quien lleva sobre sus hombros.

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