- Por Pablo Alfredo Herken Krauer
- Analista de la economía
“Hace un año, la actividad económica estaba acelerándose en casi todas las regiones del mundo y el crecimiento de la economía mundial estaba proyectado en 3,9% en el 2018 y el 2019. Mucho ha cambiado desde entonces: la escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, las tensiones macroeconómicas en Argentina y Turquía, los trastornos en la industria automotriz en Alemania, el endurecimiento de las políticas de crédito en China y la contracción de las condiciones financieras ocurrida en paralelo a la normalización de la política monetaria de las economías avanzadas más grandes han contribuido a un significativo debilitamiento de la expansión mundial, sobre todo en el segundo semestre del 2018. Como prevemos que esa debilidad persista en el primer semestre del 2019, en Perspectivas de la Economía Mundial (informe WEO, por sus siglas en inglés) se proyecta una contracción del crecimiento en el 2019 para 70% de la economía mundial. El crecimiento mundial, que rozó un máximo de 4% en el 2017, disminuyó a 3,6% en el 2018 y continuaría esa trayectoria para ubicarse en 3,3% en el 2019. Si bien una expansión mundial de 3,3% no deja de ser razonable, las perspectivas que enfrentan muchos países son muy duras, marcadas por una considerable incertidumbre a corto plazo, especialmente a medida que las tasas de crecimiento de las economías avanzadas converjan hacia un modesto potencial a largo plazo”, es el resumen del estudio bianual del Fondo Monetario Internacional (FMI) divulgado la semana pasada en Washington en la cumbre mundial conjunta con el Banco Mundial (BM).
No hay mucho que agregar y más vale echarle una atenta atención al cuadro que se proyecta aquí. No pocas veces los títulos de un material “dicen todo”, como en esta oportunidad en el Informe del FMI: Growth Slowdown, Precarious Recovery = Desaceleración económica, recuperación precaria. Tal el diagnóstico y la perspectiva de la economía mundial, válidos para el 70% de las economías del mundo, entre ellas la nuestra, tanto para este año como para el próximo. Cristhine Lagarde, directora gerente del FMI, se adelantó el 2 de abril al evento y dijo: “Hace solo dos años, el 75% de la economía mundial experimentó un repunte. Este año prevemos que el 70% de la economía mundial experimente una desaceleración. Corresponde recalcar, sin embargo, que no vemos una recesión a corto plazo. De hecho, prevemos cierto repunte del crecimiento en el segundo semestre del 2019 y en el 2020. Ven, por tanto, lo que quiero decir con ‘inestable’. De hecho, la economía mundial se encuentra en un ‘momento delicado’”.
En nuestro caso, la desaceleración es una realidad desde finales del primer semestre del año pasado, cuando cerramos con un crecimiento del 6,6% para finalizar el año al ritmo del 1,2%, con un global del 3,6% para todo el 2018. Y las distintas proyecciones para este año promedian un crecimiento bordeando el 3,5%. A la luz del comportamiento de nuestra economía en lo que va del primer cuatrimestre, todo apunta a confirmar que la cancha de juego continuará difícil, delicada, inestable. Lo cual demanda mucha cautela, prudencia y responsabilidad fundamentalmente por parte del Gobierno en base a tres ejes: 1) No crear falsas expectativas a la población de una salida rápida y fácil; al contrario, compartir el necesario e imprescindible ajuste con demostraciones de austeridad; 2) Acelerar el programa de inversiones públicas; y 3) Nada de subir impuestos. Nada. Nada. Subir es bajar. Duele decirlo, pero hay que decirlo.