• Por Dany Fleitas

La última actuación del senador Paraguayo Cubas, el pasado martes en ocasión de la reunión de la Comisión de Asuntos Constitucionales para escuchar a jefes policiales que pretenden el ascenso al grado inmediato superior, desató todo tipo de sentimientos –a favor y en contra– tanto entre sus seguidores como entre sus detractores.

El legislador aprovechó el momento para descargar su ira contra sus colegas, policías de alto rango y hasta en contra de un ministro del Poder Ejecutivo. No solo agredió físicamente, sino verbalmente a quienes se encontraban en la sala.

¿Quién es en verdad Paraguayo Cubas? Según se puede leer en varios sitios web, él se presentó ante la ciudadanía como integrante del Movimiento Cruzada Nacional, como un político aparentemente independiente, aunque de origen está afiliado a la Asociación Nacional Republicana (ANR). Es abogado de profesión y fue asesor jurídico en la comuna de Hernandarias. Fue un opositor radical a la dictadura estronista y fue diputado entre 1993 y 1998. Luego fue candidato a cargos para la Gobernación del Alto Paraná y para la intendencia de Ciudad del Este (2001).

Además, Payo –como le dicen coloquialmente– es un crítico al grupo Zacarías en el Alto Paraná y poco antes de las elecciones se hizo famoso por cintarear al juez Amílcar Marecos y luego defecar en su despacho en el año 2016. Esto ocurrió cuando acudió a una audiencia de imposición de medidas por un proceso que se le investigaba por haber liderado una pintata de grafitis (con aerosol) en vehículos en una sede fiscal. Su conducta lo llevó a ser detenido en varias ocasiones en los últimos años por protestas contra autoridades. Así fue ganando espacios en los medios y también simpatizantes.

Para las elecciones generales del período 2018-2023, se lanzó a la conquista de una banca en el Senado con propuestas concretas de impulsar la reforma de la Constitución, hacer realidad el desbloqueo de listas sábana, limitar salarios de funcionarios públicos y combatir la corrupción pública. En abril del 2018, el candidato del Movimiento Cruzada Nacional (Lista 999) obtuvo casi 60.000 votos, con lo que llegó a su objetivo. Ni bien asumió, Paraguayo Antonio Cubas Colomés anticipó a los medios lo que habría de ser su gestión: “A unos cuantos bandidos les vamos a pegar en el Parlamento; va a dar gusto encontrarnos con alguna gente en la Cámara de Senadores, ahí no pueden usar guardaespaldas los mangú (manguruju: se trata de un pez grande, pero la terminología hace analogía a los peces gordos de la política), los narcos menos y los que robaron el país, paredón”.

Payo está obrando en consecuencia. Tiene un sendero, un norte bien definido. Apunta lejos. Aquellos que piensan que está loco o le falta un tornillo se equivocan. Planifica minuciosamente el lugar, el momento y el contexto político para llevar a cabo sus shows mediáticos. Siempre está una cámara presente, que no es casualidad. Quizá muchos podrían percibir que padece de un grave desorden en la personalidad por sus cambios radicales de conducta o que hasta podría requerir la asistencia psiquiátrica para contener la ira que lo lleva a agredir física y verbalmente a la gente. Pero así y todo, con estos defectos a cuestas, su figura es cada vez más influyente en el ámbito político y social.

Sus actuaciones trascienden a nivel nacional. Esto ocurre porque sabe que ataca a funcionarios de instituciones desprestigiadas y sabe que es la voz de mucha gente que está harta de los abusos de poder. En realidad está ocupando los espacios vacíos y sube escalones porque está rodeado por un entorno con mucha gente podrida, que no se acobarda ante sus arremetidas porque tienen una pesada cruz que le condena. Pocos son los colegas que se animan a enfrentarlo porque el resto –la mayoría– tiene techo de vidrio.

Cuando la ciudadanía ve tanta corrupción pública, atropellos de todo tipo, injusticia por todas partes, policías corruptos, militares que niegan a sus pares mujeres ejercer el derecho de amamantamiento de su bebé, se enerva, se revela y se identifica con otra persona cuando esta toma el toro por las astas. Es así que aparecen personajes como Payo que saben sacar provecho político del vacío de liderazgo existente y de una triste falencia de la existencia de políticos honestos.

Entonces, Payo se mueve a sus anchas, como pez en el agua. Ya todos hemos visto vía memes que sus seguidores lo están bautizando como el nuevo Aquaman paraguayo, alguien que aparece para hacer justicia por otros. No es precisamente el rey de la Atlántida, es el político que más nos hace pasar vergüenza en el Congreso, pero lamentablemente –hasta es tragicómico– se gana flashes cual estrella de cine. Sus apariciones nada tienen que ver con los tradicionales comics estadounidenses de tanta taquilla mundial, pero sí logran atraer a una inmensa cantidad de televidentes locales. A este paso, con algunos políticos y ciudadanos jugando a superhéroes, pronto vamos a tener en Paraguay nuestra propia Liga de la Justicia.

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