• Por Felipe Goroso S. - Analista
  • Twitter: @FelipeGoroso

En momentos en los que el debate sobre la crecida del río cobra ribetes cada vez más desesperantes, sería oportuno que repensemos el modelo de asistencia que se realiza desde el Estado.

No van a entrar en esta columna los números que, como Estado, hemos invertido durante todas estas décadas ante cada crecida del río. Y acá salta la pregunta que quiero plantearles: ¿Realmente es una inversión poner y poner dinero en un operativo que sabemos que se volverá a repetir sin que se vea una solución de largo plazo? Creo que todos quienes leen esta columna conocen la respuesta.

Nadie quiere que compatriotas vivan con el agua hasta la cintura. Ahora bien, tampoco nadie quiere tener sus espacios públicos invadidos. Espacios donde deberíamos tener a chicos jugando a la pelota y jóvenes en rondas de tereré.

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Podría hablarles de falta de previsión, de la importancia electoral que tienen quienes viven en el lecho del río, de cómo se dan las manipulaciones desde los sectores más diversos, de la facilidad con que se gasta el dinero de todos cada vez que se declara emergencia. Pero de lo que en realidad se trata es de liderazgo político.

Necesitamos exigir a las autoridades del Gobierno Nacional como municipal el liderazgo con el coraje y valentía necesarias para plantear un repensar del modelo de ayuda en los casos de emergencia. El modelo que nos imponen está roto y no da para más. Definitivamente.

Si los resultados que estamos viendo no nos satisfacen, es lógico que se articulen propuestas distintas. El barrio San Francisco es un buen ejemplo, pero como fue de la administración de Horacio Cartes era impensado que modelos similares se conviertan en política de Estado. Una pena, pero es lo que nos muestran los hechos.

Aunque cueste creer, el hecho de ser presidente o intendente lo único que asegura es tener el cargo, pero no implica tener el liderazgo que requieren los mismos. Y cuando hablamos de política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, la ausencia de liderazgo es la peor de las ausencias.

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