Por Eduardo “Pipó” Dios
Semanas atrás hacía gala de mi “insensibilidad” para referirme a los “pobre anga” invasores de Luque. En este nuevo ataque de insensibilidad vengo a hacer gala de mi absoluta falta de tolerancia con los “pobres damnificados asuncenos”.
Estas personas que habitan en el cauce del malvado río Paraguay que, por generaciones, tiene esa horrible costumbre de crecer una vez al año, sin pensar en esas pobres personas que tuvieron la brillante ocurrencia de construir sus viviendas ahí en su camino.
Porque es así, estimados señores, señoras, jóvenes y señoritas, la famosa ribera, o los famosos bañados, son parte del curso del río y de vez en cuando al río se le ocurre ocupar ese cauce, de malo que es nomás.
La respuesta fácil es decir “pobre gente… hay que ayudarlos, ya que el maldito gobierno corrupto este no les da una solución digna” y puteamos en coro contra las autoridades, que rápidamente (sin licitación obviamente, porque estamos reeee apurados, no importa el precio, total le compramos a algún amigo) les provean chapas, lonas, víveres, etc. Ocupan las plazas, que se terminaron justo de arreglar y empezamos a romper todo, veredas, calles, monumentos, bancos, lo que haga falta. Nada importa.
Pero resulta que no es taaaan así la cosa, resulta que estos pobres conciudadanos anga ya fueron trasladados, como por ejemplo en el 2016, a 222 casas modernas, con agua, luz eléctrica, calles empedradas, escuelas, centro de salud y colectivos, pero claro… era en Itauguá, y ellos pues son del centro, no pueden viajar una hora en colectivo. Entonces, cuando bajó el río, volvieron a instalarse a sus lugares originales. Parece que viajar una hora en colectivo es peor que someter a sus hijos, ancianos y a ellos mismos a vivir 3 meses al año en el agua, casas de cartón y chapa, hundidos en el barro y las enfermedades. Ah, las casas eran gratis.
En resumen, ellos saben dónde se instalan, saben que ni siquiera esos terrenos les pertenecen ni les pueden pertenecer porque simplemente nadie puede titular el cauce de un río. Saben que en algún momento del año el río va a subir, que van a tener que ir a invadir una plaza, una calle o algún cuartel, cercano por favor, eso sí, y van a reclamar nuevamente que se tiren unos 20 millones de dólares en asistirlos y todos en coro a putear a las autoridades, que con la misma mezcla de falta de huevos y oportunismo político, matizado por el negociado de comprar materiales y víveres, van a correr a asistirlos.
¿Será que alguna vez algún candidato hará campaña prometiendo que si siguen viviendo en donde no se puede vivir no los van a ayudar más? ¿Que no les van a permitir más invadir espacios públicos y que solamente podrán ir a los barrios que se les construyeron? Y será que si aparece ese candidato, ¿el resto de la gran mayoría de los ciudadanos podridos de este circo lo votaremos?