“Calé” recordó en su intervención del jueves a grandes hombres de la política que pasaron por el Congreso en los últimos 30 años. Intelectuales, cultos, buenos oradores, tal vez honestos y que inspiraban respeto. Nombró a tres o cuatro a fin de graficar que nunca antes se llegó a un nivel tan bajo de degradación el debate, en alusión a las intervenciones de su colega Payo Cubas.
Quizás tenga razón, pero también es cierto que en estos 30 años de democracia se dieron los más grandes escándalos de corrupción, atropellos, violaciones y atentados de todo tipo contra las arcas del Estado, perpetradas, diseñadas y articuladas en varias ocasiones, precisamente desde ese Congreso.
Muy intelectuales, muy cultos y con un alto “nivel” del debate, pero aprobando, aceptando y hasta acompañando, por acción u omisión, no la degradación de la discusión, sino la debacle moral y el debilitamiento de las instituciones.
Desde ese mismo Congreso, donde antes se tenía “un elevado nivel de debate”, se digitaban ministros de Corte, se chantajeaba a los administradores de justicia y se aprobaban los presupuestos para que los “amigos del poder” dispongan a su antojo del dinero de los paraguayos.
Con un impecable traje de marca y una corbata combinada, con poses de grandes “señores” nos vinieron jodiendo a los paraguayos durante los últimos años y todavía lo siguen haciendo.
Hagamos una encuesta en la calle y preguntemos a la gente qué prefiere, un Payo Cubas desaliñado, con remera blanca debajo y una negra encima, con alpargatas lanzando groserías e insultos a una partida de corruptos o a un emperifollado senador acomodando sus ideas para obtener algún beneficio particular.
La respuesta será obvia. Entonces, esta historia de Payo Cubas no pasa por cuidar las formas nomás o elevar el nivel del debate, sino por definir las cuestiones de fondo que nos llevaron a este nivel de degradación y plantear qué se debe hacer para mejorar la situación.
Con una sanción a Payo no volverá el respeto hacia quienes integran uno de los poderes del Estado. Aunque mejoren la “imagen” del Congreso expulsándolo a Cubas, si las conductas de sus miembros siguen en el mismo sentido de “cocinar” nombramientos de ministros en cuatro paredes, de blindar a altos funcionarios denunciados por corrupción a cambio de favores políticos o pretender evitar la justicia desde el cargo que se ostentan, la degradación seguirá igual o peor.
Hasta el momento, este mismo Congreso cuyos miembros están indignadísimos por las “tilinguerías” de Payo, que en el fondo mucha razón tiene en sus reclamos e insultos, no ha dado un solo signo de pretender mejorar su “imagen”.
Al contrario, muchos de los indignados con la violación al reglamento por parte Cubas, no dicen una palabra de que ese mismo Congreso sigue violando sentencias con fuerza constitucional al acoger a dos senadores que ni siquiera fueron electos ni proclamados y encima están a un paso de “salvar” a un contralor envuelto en varios escándalos, solo porque responde a los amigos.
Tal vez, unos pocos, contados con los dedos de una mano, tengan la suficiente altura moral para plantear y pedir respeto en el trato a Payo Cubas, el resto se merece mucho más que el insulto o la cintareada de Cubas, se merecen la cárcel. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.