“En la hora de angustia y de luz vaga / en su Golem los ojos detenía. ¿Quién nos dirá las cosas que sentía Dios, al mirar a su rabino en Praga?”, escribió Jorge Luis Borges, una pasión argentina para los unos y los otros hayan leído o no sus obras, en 1958.

Dentro de 12 semanas la ciudadanía aquí deberá participar de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) con las que se definirá quiénes serán los candidatos que el 27 de octubre venidero se ofrecerán a la consideración pública para que el pueblo decida conceder –o no– otros cuatro años a Mauricio Macri en la Presidencia. Hasta el momento, el actual mandatario es el único postulante seguro. El resto de los nombres que circulan –incluido el de la senadora Cristina Fernández, ex presidenta (2007-2015)– son sólo expresiones de deseo de sus seguidores más cercanos, simulaciones preelectorales, operaciones de posicionamiento de cara a los comicios o bulos mal intencionados en algunos pocos casos bien pagos, porque hay quienes piensan que “siempre es buen negocio candidatearse”. Herejías cívicas. La sociedad los observa.

Algunos indicadores tan cotidianos como relevantes aportan elementos a quienes deberán expresarse a través del voto, más allá de las palabras de las candidatas y los candidatos.

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Ciudadanas y ciudadanos deberán decidir sin perder de vista que un dólar norteamericano cuesta cerca de 45 pesos argentinos. Un euro, unos 49 pesos. Un real, poco más de 11 pesos. Un guaraní, en torno de los 0,007 pesos.

La pobreza alcanza al 32% de la población, según datos oficiales. La ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, en el momento del anuncio fue contundente: “Hoy es un día triste, como fue ayer, como fue hace un año, porque lamentablemente la pobreza es alta en la Argentina hace muchos años”. ¿Será imposible cambiar?

El costo de vida, hasta febrero pasado –los datos de marzo se divulgarán en pocos días– en los últimos 12 meses, se elevó 51,3%. El dato interanual más alto desde 1991 y nada permite imaginar objetivamente que habrá de descender o, por lo menos, detenerse donde se encuentra. Las cosas no andan bien. Sin embargo, los afiches callejeros con las fotos de quienes aspiran a competir en los venideros comicios muestran dirigentes sonrientes. ¿De qué se ríen? La sociedad los observa.

Cuando los encuestadores –que todo lo preguntan incansablemente– consultan a “la gente” –desagradable categorización con la que se pierde en la noche de los tiempos la idea de “pueblo”– sobre cuál es “el principal problema del país”, el 32,4% responde “la inflación”, según reporta Mariel Fornoni. El 14,1%, la “suba de tarifas”. El 11,3%, la “desocupación”. El 8%, la “pobreza”. El 65,8%, del total de las preocupaciones de quienes son consultadas o consultados, hacen foco en los “problemas económicos”. El “estado de ánimo social” da cuenta, además, que el 58,5% “considera que la situación económica en los próximos meses” estará “peor o mucho peor”.

El jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña –quien también lidera la campaña electoral nacional en desarrollo del oficialista frente Cambiemos– en su última rendición de cuentas ante el Parlamento ofreció algunas respuestas significativas: “No fracasó Cambiemos, Argentina es un fracaso”. “Nosotros no tenemos que modificar el rumbo, la gente tiene que aguantar”. “No se equivocó [el presidente] Macri con que la inflación era refácil [de bajar], los argentinos no valoraron su solución”. “No aumentó la pobreza, se mantuvo”. La realidad, según Marcos quien, claramente proyecta su molestia porque el 62,6% de la sociedad argentina “desaprueba la forma en que Mauricio Macri conduce el gobierno nacional”. Por su parte, Ricardo Rouvier, en su investigación más reciente, verifica que el 61,7% tiene “opinión negativa de la gestión del Gobierno nacional” y el 61,2% “cree que a partir de este mes la inflación no va a disminuir”.

Al complejo panorama es preciso añadir el flagelo de la corrupción que, pese a lo que en sí misma significa como dato ético, social, político y económico, según la pesquisa de Fornoni, preocupa al 13,8% de la población y se ubica en el tercero de los escalones del ranking de los problemas argentinos. El dato no es menor. A la hora de mensurar eventuales intenciones de voto, los mejores ubicados –poseedores de “voto consolidado”– son justamente Macri y Cristina, con 50,4% y 47,2% de “imagen negativa”, según la investigadora. Rouvier reporta que el actual mandatario tiene una “intención de voto” del 24,6%, en tanto que la ex presidenta seduce al 32,9% de los consultados. Definitivamente, las encuestas dicen mucho más de los electores que de aquellos que se someterán a la consideración popular.

Borges se inspiró para escribir El Golem en una antigua leyenda que transcurre en Praga que da cuenta de una especie de autómata que creó, en aquella ciudad, el rabino Judá León. Su creación, pese a los esfuerzos del rabbi por educarla, era enormemente torpe y de baja condición ética. El propio escritor, en alguna oportunidad explicó el sentido de aquellas estrofas: “El Golem es al rabino que lo creó, lo que el hombre es a Dios; y es también, lo que el poema es al poeta”.

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