“Es el problema de vivir en Nueva York: no tienes una Nueva York a la cual escapar”. 31 de diciembre de 1937. En algún bar de jazz del Greenwich Village, Katie Kontent, y su amiga Eveline, dos secretarias estirando los pocos dólares que tienen asignados para esa noche, conocen por casualidad a Theodore –Tinker– Grey, un banquero hermoso y encantador. Este encuentro casual será el punto de partida de un año entero en el cual Katie, esa hija de inmigrantes rusos, nacida y criada en el corazón del Brooklyn de clase obrera, ascenderá los escalones más altos de la sociedad neoyorkina, desde el cubículo de las secretarias hasta las elegantes oficinas de Condé Nast, a los salones más exclusivos y las casas de campo con más siglos de tradición.

Este podría ser el argumento de cualquier novelita romántica, o de algún best-seller mal escrito. Pero es absolutamente todo lo contrario. La complicada historia de amor entre Katie y Tinker, con todos sus desvíos y pasos en falso, es casi la excusa para mostrarnos un mundo al borde de un cambio radical: esa Nueva York previa a la Segunda Guerra Mundial, al mismo tiempo un crisol de razas y orígenes, pero todavía un enclave extremadamente elitista.

En el estilo de Edith Warton y de Henry James, Towles desnuda a una ciudad y a un sistema de “castas”, expone las verdaderas motivaciones de sus personajes como un padre cariñoso: los describe sin juzgarlos. Les perdona casi todo y los obliga a buscar por si solos la redención, el camino de vuelta a sí mismos. Y mientras tanto, te pinta una escenografía bellísima, te pone banda sonora y te hace sentir el sabor más sublime.

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En algún momento te sentís como dentro de una vieja película, ese cinematográfico Manhattan en blanco y negro del cine de la era dorada. El desafío es no enamorarse: Towles combina un gran manejo de la forma: un estilo de escritura elegante, digna de un virtuoso, con el fondo: esa obsesión suya por mostrarnos las cosas y las personas exactamente como son. Sin decorados ni filtros de Instagram. En esa clase de libros que sabés, cuando estás en la página 10, que vas a querer leer más de una vez.

Y Katie Kontent, desde el vamos, una heroína de las que vas a recordar el resto de tu vida, un cruce genial entre Elizabeth Bennet y Becky Sharp. “Si solo nos enamorásemos de gente que es perfecta para nosotros… pues el amor en sí dejaría de ser un tema tan interesante

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