La decisión de un grupo de delegados convencionales de introducir una reforma en los Estatutos del Partido Colorado ampliando de 1 a 5 y hasta 10 años la antigüedad de militancia requerida –por niveles– para aspirar a cargos electivos, llevó a un debate doctrinario y hasta filosófico sobre si es conveniente o no para los intereses de esa nucleación política partidaria. Es más, por fuera de la ANR también se analizó y se discutió la ventaja y desventaja de hacer lo mismo en otras organizaciones políticas.

Es bueno recordar cuáles fueron las circunstancias que llevaron al Partido Colorado a tomar la determinación de posibilitar que un ciudadano recién afiliado con 1 año de antigüedad de afiliación pueda aspirar a ser diputado, senador, intendente o presidente de la República. Este cambio se produjo en el año 2011, en una Convención colorada que arrasó con una mayoría pocas veces vista. Esto ocurrió en un contexto socio-político complejo, con el socialista ex obispo Fernando Lugo en el Palacio, cuyas medidas asustaron en sus dos últimos años.

Además, coincidió con la aparición de nuevas figuras que querían incursionar en política en la ANR, lo que motivó a la dirigencia colorada de entonces a abrir las puertas a outsiders con escasa trayectoria política. Entre esas figuras se encontraba Horacio Cartes, que si bien carecía de antigüedad colorada, sin embargo gozaba de otros atributos que lo convertían en una figura capaz de lograr la recuperación del poder en el 2013, lo que efectivamente ocurrió.

El perfil de Cartes, empresario y dirigente deportivo exitoso, fue acompañado sin cuestionamientos por renombrados dirigentes de dilatada militancia partidaria, como Juan Carlos Galaverna, Lilian Samaniego –presidenta de la ANR en ese entonces– y todos lo gobernadores colorados, entre ellos Juan Eudes Afara. Luego se sumaron Mario Abdo Benítez, Nicanor Duarte Frutos y tantos otros emblemáticos de reconocido liderazgo colorado.

Por circunstancias del destino, la modernización colorada parecía estar encaminada y que transitaba hacia un camino sin retorno. Proliferaron las candidaturas para cargos electivos y para las corrientes era difícil confeccionar listas, por lo que la competencia era abierta y directa. Los hechos así lo demostraron. La flexibilización de la antigüedad requerida para aspirar a cargos electivos devolvió al Partido Colorado un entusiasmo que no se había visto en décadas en los procesos electorales. Entre el 2011 y el 2013, miles de jóvenes se acercaron en masa a la institución republicana para afiliarse, sin presión alguna, y solo movidos por la esperanza de incursionar en política para aportar su “grano de arena”.

Sin embargo, en marzo de este año surgió un sector colorado, con el guiño de oficialistas, que amenaza con truncar este proceso, que de persistir el partido podría retrotraerse a un tiempo ya superado. Sus opositores estarán que bailan en una pata, ya que el imán y atractivo era precisamente la apertura casi sin ninguna restricción a los jóvenes interesados en afiliarse. Con su silencio, los dirigentes más antiguos avalan un cambio que podría ser contraproducente para las aspiraciones republicanas de cara a las elecciones venideras. Extraña, ya que hace poco se jactaban de que el Partido Colorado era una de las organizaciones políticas más antiguas de la región con el mayor crecimiento electoral. Habría que ver esto en pocos años si los Estatutos son modificados tal como proponen los de Añetete.

Asombra que referentes del Gobierno justifiquen la modificación diciendo que eso devolvería al Partido Colorado a su raíces doctrinarias. Se trata de una falacia y un gol en contra. Un menor de 18 años de edad sin militancia puede dominar la doctrina de la ANR mejor que cualquier afiliado colorado.

Es más, en el extremo, movimientos fundamentalistas reclutan hoy jóvenes vía internet a miles de km de distancia sin que siquiera hayan pisado templo alguno. Los principios e ideales son inherentes a la conciencia de cada quien. La gente se vincula o asocia a una entidad según sus convicciones y activa en ella de acuerdo al espacio que encuentra. Sencillamente simpatizan y se suman.

Miles de jóvenes hasta podrían actualmente simpatizar con la ideología y doctrina coloradas, pero a la luz de los tiempos actuales, en que para ellos debe imperar la capacidad, dudo mucho que se interesen en activar en una organización política que pone cada vez más trabas a sus aspiraciones electorales. Las modificaciones del 2011 son conquistas que los jóvenes valoran; cambiarlas sin socializarlas previamente con la masa republicana joven, me parece un error que se puede pagar caro.

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