• Por Laura Ramos
  • Socia del Club de Ejecutivos

Como es noticia, hace ya varios meses venimos debatiendo sobre cómo deberán ser las modificaciones en la reforma tributaria. Los distintos sectores involucrados no han podido ponerse de acuerdo con ciertos factores importantes que atañen a los diversos impuestos. Como medida de pacificación, en los últimos días se ha recalcado que no hay intención de aumentar las tasas de los impuestos. Esta aseveración puede tener efectos contrarios a los que uno presuponga de buenas a primeras.

Y ¿por qué uno puede esperar si la tasa permanece constante el impuesto finalmente le perjudique? Esto se da porque si bien la tasa no varía, si se modifican otros factores como lo son las deducciones de los gastos o de las inversiones que uno puede realizar para disminuir su pago de impuesto, por ejemplo en el caso del impuesto a la renta personal.

Entonces, si la tasa es fija y no se modifica, pero me dejan que descuente menor cantidad de gastos o limitan mis gastos a un porcentaje fijo de mi renta, están de alguna manera aumentando el impuesto, si bien no como una tasa, sino como proporcionalidad de mis ingresos, ya que no puedo utilizar todos los gastos efectivos que realizó. Esto se da porque el interés y el enfoque en este momento de este impuesto son de ser recaudador y no formalizador como en un primer momento. Lo que queda en evidencia es que no se ha cumplido aún el objetivo de ser formalizador, ya que tenemos una evasión de proporciones inadmisibles.

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¿Cómo podremos llegar a un común acuerdo sobre la reforma tributaria? Si bien desde un lado se quiere presentar a como dé lugar en el mes de marzo, y por el otro lado están reclamando con justificada causa los exabruptos de la mala utilización de recursos del Estado, cuestión recurrente en la tapa de los diarios. No será fácil seguir incrementando la presión tributaria sobre los mismos que ya están dentro del sistema, con un porcentaje de evasión lamentable y de aumentos de gastos de la pesada estructura estatal, donde a veces los desmanes son descomunales.

Otro factor muy escuchado para justificar el aumento de la presión es que somos uno de los países con menor tasa de presión tributaria de la región. Esto sería cierto si el sector privado no debiera de gastar por cuenta propia en seguridad, educación y salud, entre otros de manera privada. Todos estos servicios uno debe de contratar nuevamente de manera privada a pesar de estar al día con sus tributos porque el servicio público es deficiente o no está disponible. Si uno pudiera contar con todos estos servicios como en otros países de primer mundo sí podríamos ponernos a comparar las tasas, ya que la retribución que recibe el contribuyente de sus impuestos es muy distinta. En estos casos la inversión de los impuestos se ve alrededor de uno en la vía pública.

Ojalá podamos tener en cuenta que las restricciones tanto a las deducciones de gastos o a las inversiones son un aumento del impuesto, independientemente que no se modifique su tasa, el monto de impuesto a pagar necesariamente será mayor. Tenemos que seguir trabajando juntos para poder mejorar nuestro sistema tributario, donde todos estemos dentro del sistema y no asfixiar a los únicos que están dentro.

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