- Por Gabriela R. Teasdale
- Socia del Club de Ejecutivos
Algo que intento no perder nunca, y también busco inculcar a mis hijos, es el hábito de la lectura. Leyendo conocemos lugares, personalidades, adquirimos conocimiento, dejamos volar nuestra imaginación.
Por más ocupados que estemos, en mi casa siempre tenemos un tiempo para leer. En estos días me encontré con un libro genial, que me hizo reflexionar sobre mis pensamientos y acciones, que me invitó a redoblar esfuerzos en esta tarea que me propuse hace algunos años de ser mejor persona y mejor líder.
El libro se llama “The emperor’s handbook” (El manual del emperador) y es una nueva traducción de las famosas meditaciones del emperador Marco Aurelio hecha por Scot y David Hicks.
Es una obra estupenda que destila sabiduría y una lectura esencial para cualquiera que busque mejorar su vida a través de la virtud, del servicio a los otros, del bien común.
Marco Aurelio fue emperador de Roma en el siglo II, en el apogeo de su poder. Su padre murió cuando tenía tres años y fue criado por su madre. Cuando era pequeño, el emperador Adriano visitó su casa y afirmó que Marco Aurelio estaba destinado a la grandeza. Adriano escribió en su testamento que el próximo gobernante debería adoptarlo y eso fue lo que ocurrió. Marco Aurelio pasó dos décadas trabajando con el emperador Antonio Pío, aprendiendo a gobernar y a convertirse en líder. Luego de su muerte asumió el papel de emperador de Roma. A pesar de convertirse en uno de los hombres más poderosos del mundo, no persiguió la riqueza, el poder o la fama. Tampoco cayó en ninguna otra tentación y gobernó Roma de una manera justa. Marco Aurelio tuvo un diario en el que escribió todas las lecciones importantes que aprendió durante su vida y ese diario es conocido como las “Meditaciones” o el “Manual del emperador”.
Quiero rescatar dos fragmentos de los muchos que me impactaron en este libro y que reproduzco a continuación: “Todos sueñan con el descanso perfecto (…) con alejarse y encontrar ese lugar idílico, pero qué tontería (…) no hay ningún lugar más idílico, una casa de descanso más privada y tranquila, que la mente de uno mismo ... tome ese descanso con la frecuencia que desee y cargue su espíritu” (p. 41). “La felicidad de quienes quieren ser populares depende de otros; la felicidad de quienes buscan placer cambia de acuerdo a estados de ánimo que están fuera de su control; pero la felicidad de los sabios surge de sus propios actos libres” (p.75).
La mayoría de sus reflexiones me parecieron sabias e intensas. Muchas veces buscamos que nuestra pareja cambie, que nuestros jefes o empleados cambien, que nuestras condiciones cambien. Pero no nos damos cuenta de que el cambio empieza por nosotros mismos.
Muchas veces soñamos con la familia perfecta, la casa perfecta, las vacaciones perfectas, la vida perfecta. Y eso no es más que una utopía. Si queremos estar mejor y sentirnos plenos, tenemos que empezar analizándonos y esforzándonos por ser mejores, reconociendo que podemos equivocarnos y aprender de nuestros errores, ejercitando todos los días nuestra mente con sacrificio, trazándonos objetivos y trabajando para lograrlos.
Busquemos la sabiduría en las pequeñas cosas y la felicidad en nosotros mismos.