- Por Olga Dios
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Una noche de viernes, hace doce años, empecé a leer este novelón de más de mil páginas. Previas paradas en boxes y pausas para dormir, lo terminé 48 horas después, al borde de la deshidratación por llanto. Era mi primer libro de Almudena Grandes, y no sería el último. Nuestro destino se selló ese fin de semana del 2007 y desde entonces se convirtió en una de mis autoras favoritas.
Esta desmesurada y gran novela inicia un día frío de febrero del 2005. En el entierro de Julio Carrión, un poderoso hombre de negocios, que deja a su familia una gran fortuna, y un pasado más que oscuro. Carrión nunca quiso hablar de su participación en la Guerra Civil Española, ni mucho menos en la infame División Azul, el pelotón franquista de apoyo a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Tampoco podría explicar cómo se encuentran entre sus efectos personales tanto un carnet de la Falange Española como uno del Partido Comunista Español. Carrión jugó a dos bandos siempre, hasta que se vio claro quién iba a ser el ganador, y entonces borró casi todas las huellas de su pasado para convertirse en un respetable patriarca, a la sombra del régimen.
En su entierro, su hijo Álvaro, independiente de los negocios familiares, sospecha de la presencia de una mujer joven, desconocida, quien asume fue la última amante de su padre. Pero, así como Álvaro está en total oscuridad sobre su padre, Raquel Fernández Perea es hija y nieta de exiliados en Francia y lo sabe todo sobre la historia de su familia. Solo le queda una interrogante: una tarde, de niña, acompañó a su abuelo a visitar a unos desconocidos y el tono de la cita le dio a entender que había allí una deuda pendiente.
Álvaro y Raquel están condenados a encontrarse por sus respectivas historias familiares, que conforman, a su vez, la historia de muchas familias en España, desde la Guerra Civil hasta la Transición. Pero ellos, además, sentirán una atracción inmediata que devendrá en un amor arrasador, de esos que te obligan a replantearte absolutamente todo.
Esta saga familiar, o, mejor dicho, odisea personal y colectiva, representa a las dos Españas del poema de Antonio Machado, que le da nombre. La familia en el exilio, republicana y despojada, son los Fernández Muñoz, así como los Carrión, representan al “bando ganador”; dueños de un imperio inmobiliario amasado en el franquismo. Su estructura es esencial a la posibilidad de narrar más de mil páginas y que sigan siendo apasionantes: coexiste la narración presente y en primera persona de Álvaro con la de un narrador omnisciente que va develando los secretos del pasado.
El resultado es este novelón que logra el difícil objetivo que se puso la autora: “Es una novela política, pero no panfletaria; sentimental, no sentimentaloide”. Aunque, como ella escribe: “El verbo creer es un verbo especial, el más ancho y el más estrecho de todos los verbos”. Quizás lo que nos deja esta novela es eso: unas inmensas ganas de ensanchar nuestra capacidad de creer.