- Por Dany Fleitas
- daniel.fleitas@gruponación.py
En agosto del 2023, las altas partes, Paraguay y Brasil, dueños condóminos de la Entidad Binacional Itaipú, que con 20 unidades tiene un potencial de generar por año 14.000 MW –14 GigaWatts– de electricidad, deberán sentarse a discutir la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú referente al precio de venta de la energía producida por la hidroeléctrica. Erróneamente está instalada la idea de que será revisado todo el Tratado, pero el acuerdo que firmaron los dictadores Alfredo Stroessner y Emilio Garrastazú Médici, en Brasilia, en 1973, estipula que luego de 50 años se revisará solamente lo referente a las tarifas.
El 2023 es un año clave para la historia del país, pues será el año en que Itaipú ya no deberá un solo dólar a la firma Eletrobrás del Brasil. Esta empresa brasileña, por asimilación, es como la Ande de Paraguay, pero que desde el inicio se convirtió en la entidad prestamista por excelencia para la realización de la megaobra que habría de convertirse en la hidroeléctrica más grande del mundo.
Los primeros cimientos de Itaipú fueron iniciados con un préstamo a la binacional inicialmente de casi US$ 4.000 millones a un interés de casi el 10% anual, pero rápidamente las necesidades crecieron con los años de construcción y para la fecha de puesta en funcionamiento demandó algo así como US$ 15.000 millones. Al cierre del 2006, según los propios registros de la binacional, según los diarios de la época, ya había pagado a sus acreedores un monto de US$ 30.000 millones. Lo cierto y concreto es que Itaipú terminará desembolsando US$ 60.000 millones finalmente en el 2022, según estimaciones de consultoras internacionales. El 2022 es la fecha tope que se pusieron como meta Brasil y Paraguay para cancelar toda deuda.
En este punto me detengo para lanzar un desafío a las autoridades nacionales actuales: hay que trabajar en serio en una campaña enorme a nivel nacional para romper con el mito que instalaron los brasileños de que ellos pusieron la plata y Paraguay solo aportó el agua. Es una gran falacia con la que están creciendo niños, jóvenes y adultos. En primer lugar, esos préstamos están siendo pagados dólar por dólar tanto por paraguayos como por brasileños. Eso ocurre cada mes que un brasileño y un paraguayo acude a la ventanilla de Eletrobrás y la Ande, respectivamente, para abonar su factura.
La gente debe entender que por cada megawatt que desembolsamos, un porcentaje está subsidiando la electricidad que nosotros le cedemos al Brasil, que se lleva más del 90% de nuestra energía debido a una imposición por una cuestión de Tratado de 1973. El “otro lado”, históricamente, compró el excedente paraguayo por debajo del precio de costo o de mercado, lo que inevitablemente se convierte en un subsidio. Para colmo de males, Brasil o la margen derecha no nos paga cada megawatt de consumo a precio de mercado debido a que Eletrobrás aplicó siempre fórmulas para que exista una tarifa preferencial y diferenciada, así como intereses sobre intereses que rayan la usura los saldos anuales.
Esa combinación hizo que la deuda trepara tanto y que pase muchísimo tiempo para su cancelación. Brasil, con bases imperiales, nos quiere hacer callar con aportes sociales de US$ 300 millones anuales. Esto parecería mucho, pero es un poroto frente las enormes utilidades que ellos generan con casi 13.000 MW de energía eléctrica que cada año les estamos cediendo. Eletrobrás recibe esta energía a precio diferenciado y competitivo (por no decir regalada). Hay estudios que señalan que la distribuye al consumidor final a un alto costo, aunque esto es un problema de los vecinos, pero que también nos afecta.
Lo que preocupa es que la Ande jamás fue muy explícita a la hora de demostrar claramente a la ciudadanía por cuánto realmente compra la electricidad de Itaipú o Yacyertá y cuál es el monto que oferta al consumidor final por su utilización y por qué. Pocas veces, sino nunca, la Ande da la cara para dar explicaciones al respecto. Considerando que desde agosto del 2023 ya no habrá cuentas que pagar, entonces sería justo que los consumidores paraguayos y brasileños tengamos electricidad en nuestros hogares a mucho menor costo. Justamente, por esa razón, es que el nuevo director de Itaipú, margen derecha, Joaquim Silva e Luna, habló de producir energía con seguridad y “menores tarifas”. Le dio en el ojo, eso es lo que quiere su pueblo, ¡y el nuestro también! A nivel local, nuestras autoridades dieron la impresión de que fueron sorprendidos y dieron señales preocupantes de improvisación. Esto se notó más ayer, cuando en Palacio de López se anunció, a las apuradas y bajo presión, que el Ejecutivo será asesorado por el consultor Jeffrey Sachs.
Itaipú Binacional debe ser una causa nacional. Para el 2023, con la deuda en cero, las utilidades para el Paraguay podrían trepar a los US$ 2.000 millones anuales, una suma considerable y con la cual nuestro país podría pegar un salto cualitativo en todos los frentes. Esos recursos, bien distribuidos en educación, salud, seguridad e infraestructura, marcarán un antes y un después de la República.