Me tocó ir esta tarde al centro… salí de la radio y me llevó una hora ir… y otra hora volver… Si bien el centro estaba colapsado por una manifestación del Indert por no sé qué cuernos, es habitual comerse horas al día detrás del volante.

Llegue al fin a la peluquería, puteando por mi desgraciada experiencia y me puse a hablar con la amable chica que me atendía, le explicaba yo por qué había llegado una hora tarde a mi turno y ella, sonriente, me contó que ella sufría también el tránsito y sus delicias. Claro… ella me bajó a tierra de un sopapo cuando me contó su diario trajinar desde J. Augusto Saldívar a Mburucuyá, de 1:45 de venida y otras dos horas a la vuelta… Sumado a que salía a las 20:30 de laburar y llegaba casi a las 23:00 a su casa, me sentí como un pelotudo con mi problema.

Pero así como ella, o usted o mismo yo, que no andamos, como Marito, en helicóptero, o sea de Hugo Velázquez para abajo, todos los que perdemos horas al día subidos a un auto, colectivo o moto, nos preguntamos, ¿hasta cuándo? ¿Cuándo va a mejorar esto? ¿Cuándo vamos a tener un transporte público de, por lo menos, el siglo XX? Porque, si bien muchos no usarán ese servicio, igual un buen sistema hará que todo el tráfico fluya.

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Y la verdad que el metrobús era una excelente solución, pero, lastimosamente, no era lo que tenía planeado Zuccolillo para nosotros y se dedicó al sabotaje mediático del proyecto y de la obra, posteriormente. Sí, es cierto, no era perfecta, pero iba a solucionar una gran parte del quilombo que tenemos. Claro que hubo y siempre va a haber perjudicados con estas obras. Las megaobras siempre traen daños colaterales. Y deberían haberse ocupado mejor, de compensar a los frentistas y evitar así que el señor Z y los amigos vialeros y contratistas que se quedaron fuera del negocio sabotearan y financiaran campañas electorales a cambio de que las nuevas autoridades hicieran su mejor esfuerzo para liquidar el contrato. Así, dentro de poco se repartirán ellos los nuevos y jugosos contratos, con las soluciones parche y de por ahí nos meten el monorriel de ABC… en medio de nuestras cabezas.

Y así es todo. Si Stroessner no se hubiera cagado en las opiniones de otros y Zuccolillo hubiera estado en su faceta opositora y no chupándole las medias, en los 70, no tendríamos Itaipú; si Nicanor no se hubiera cagado en ABC en el 2007, no hubiéramos terminado Yacyretá. Lastimosamente, Marito está en otra, bailando al ritmo de sus financistas y los medios amigos, así que no esperemos más que costosísimos estudios de factibilidad que terminarán en el cajón.

Oremos al Señor para que el anunciado puente a Chaco’i no le moleste a la familia Abc o que Conrado, el amigo de Marito, quien es el que más interesado está en ese proyecto, pese más y se termine, si no, amóntema.

Esta semana se tratará de aprobar el viaducto del Botánico, donde un grupete de vecinos que no quieren que se altere su hábitat (el de ellos), fogoneados por los que citamos más arriba, quieren demoler Zeballos Cué y el fondo del Botánico para hacer una circunvalación de 6 km (sí, seis kilómetros o sea 60 cuadras) con tal que no se los moleste anga… Hablan de daño ecológico cuando el proyecto tiene todos los permisos ambientales y está aprobado por ONGs serias, y no remedos de ambientalistas autonombrados como los que los secundan.

Basta ya. Basta de cagarse en la gente, es hora de soluciones para la mayoría y no los caprichos de locos, cómodos y, sobre todo, codiciosos sin límite.

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