Conforme van transcurriendo los años en nuestras vidas, todo se vuelve cada vez más dinámico y cambiante en los diferentes ámbitos.

Es que forma parte del ritmo de vida actual en todo el planeta. Los usos y costumbres de 30 años atrás hoy día ya han quedado para el olvido y solo sirven para el recuerdo.

Es por ello que el manejo de nuestras finanzas personales, también han evolucionado y haciéndose incluso mucho más complicado que antes, pues las exigencias de la vida moderna hacen que tengamos que disponer de mayores niveles de ingresos si es que pretendemos para nuestros hijos un nivel de calidad educativa, que les puedan servir para enfrentar el día a día que estamos seguro se tornará cada vez más competitivo y, porque no, complejo también.

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No caben dudas de que uno de los mayores anhelos de los padres es que nuestros hijos puedan recibir una formación académica de calidad mucho más integral que las que nosotros los hemos tenido en época de colegio y de universidad, pues los tiempos, las escalas de valores de los jóvenes de la generación Z en adelante definitivamente son muy diferentes.

Bien sabemos que una de las principales herramientas con que contamos para tener chances de poder conseguir una buena posición laboral es contar dentro de nuestra foja de historia de vida un nivel educativo sólido que pueda tener “su peso” cuali/cuantitativo al momento de una entrevista de trabajo.

Si bien es cierto la formación académica que uno posea, las buenas notas que pudo haber obtenido dentro del ciclo medio y superior tienen su cuota de incidencia, hoy día dentro de este mundo moderno se dan otros factores intrínsecos y extrínsecos que en “el momento de la verdad” tienen un peso superior y que las empresas especializadas en selección de personal los tienen muy en cuenta.

Y nos estamos refiriendo a las virtudes de que un ser humano que tenga un buen manejo de su inteligencia asertiva y emocional, suficiente empatía, que muestre actitud y aptitud, y mucha capacidad para trabajar en equipo muchas veces son factores de mayor ponderabilidad dentro de las empresas, pues es bien sabido que pudiste haber sido un alumno brillante con excelentes calificaciones y mención de honor, pero en el terreno práctico demostraste que tus conocimientos y aptitudes eran eminentemente teóricos y otras personas que contaban con las virtudes enunciadas más arriba generalmente muestran una mayor ductilidad a la hora en que hay que poner en práctica la capacidad creativa e innovativa e incluso “la pasta” de liderazgo que son aspectos muy apreciados en las organizaciones modernas.

Antes era muy común encontrar matrimonios con 3, 4 o más hijos. No sé si todo era más fácil o accesible, pero lo concreto es que los tiempos han cambiado y no solo tener varios hijos resulta oneroso, sino el poder darle una educación de calidad comprobada.

De allí que hoy día uno se encuentra con matrimonios con a lo sumo 2 hijos. Y ante la pregunta del porqué dicha limitación es porque solo así en función a mi capacidad adquisitiva voy a poder darle la educación que se merece y que le pueda servir para manejarse dentro de este mundo globalizado y cada vez más competitivo en los diversos ámbitos de nuestra vida. Y es verdad.

Es por ello que como padres no tenemos que preocuparnos y ocuparnos solamente en tratar de darle una formación académica cualificada, sino también hacer lo imposible porque paralelamente puedan ir desarrollando las demás virtudes que llegado el momento les puedan ser de verdadera utilidad y proyección en sus vidas profesionales y de paso ir “empapándoles” con los principios básicos que rigen a una buena educación financiera, que constituye una de las herramientas principales que en su momento serán uno de sus mejores compañeros para poder ir forjando un presente y futuro que les puedan garantizar al menos razonablemente un buen pasar y estabilidad en lo económico, financiero y patrimonial.

Creo que vale la pena ponerlo en práctica, pues si hoy día todo se ha vuelto mucho más complicado y difícil, no quisiera hacer “futurología” de lo que podría ser el mundo de aquí a 15 o más años.

Y el capital que les hemos dado en vida a nuestros hijos a través de una formación integral será su principal soporte para poder sortear con chances de éxito este mundo cada vez más cambiante y vertiginoso que se nos presenta en nuestro día a día.

La forma de pensar y de actuar de nuestros jóvenes de las generaciones Z en adelante, son muy diferentes a las que los teníamos 30 años atrás.

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