Durante el año 2017, último del registro, 6 niños y adolescentes fueron víctimas de abuso sexual por día en nuestro país. Terrible. Las cifras desnudan una realidad que convive más cerca de lo que pensamos y, aunque la creemos lejana, vive entre nosotros.

Teniendo en cuenta solamente los datos del servicio 147 Fono Ayuda, de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia, en el 2017 se reportaron 2.249 denuncias de abuso sexual infantil. De ese total, 1.267 son víctimas directas, o sea que sufrieron la agresión, y 982 víctimas indirectas, como el maltrato sicológico, por ejemplo. De las 1.267 víctimas directas, 864 fueron de sexo femenino, de las cuales 472 eran adolescentes de entre 14 y 17 años, y 392 de entre 9 y 13 años.

Claro, las cifras son las registradas; sin embargo, las autoridades advierten que existe un subregistro que haría saltar las estadísticas por los aires. Pero existe aún mucho miedo para denunciar y muchos de estos casos permanecen ocultos por décadas incluso, o jamás salen a luz. El drama no termina allí. De las 1.015 denuncias en el 2017, 222 terminaron en embarazos.

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Según las organizaciones que trabajan en este campo, más de la mitad de los casos se dan en el seno familiar. Impensable, pero real. Las estadísticas son terribles, aunque muchas veces no nos sirvan para dimensionar el problema. Un tragedia que sumerge en la tristeza a cientos de familias.

Pero hay más. La organización Panamericana de la Salud menciona en un informe mundial que aquellos que fueron víctimas de violencia durante su infancia podrían quedar expuestos por el resto de su vida a un mayor riesgo de padecer enfermedades mentales, crónicas como las cardiopatías, la diabetes y el cáncer, o infecciosas como el VIH, trastornos de ansiedad y problemas sociales como la delincuencia y el abuso de drogas. Por eso, los especialistas consideran de suma importancia tomar medidas inmediatas, eficaces y sostenibles contra este flagelo.

No da para chistes. Ni bromas. Ni siquiera la TV basura tiene derecho. Quizás por eso las reacciones fueron tan extremas. No caben dudas, es un tema que debemos tratar como sociedad y que ni siquiera da espacio para el debate. No. Los niños son como un delicado tesoro que tenemos que cuidar y proteger. Aún maltratados y resignados por políticas públicas intrascendentes, siguen siendo dueños del futuro. De un futuro que no debemos repetir, pero que sin un compromiso de cambio estamos condenados a mantener.

Hoy por un comentario tan estúpido como desafortunado podemos hablar del tema, solo para visibilizar una situación que crece escondida y amenazante, pero que ya no podemos ignorar.

Alejados del morbo y el chisme barato, que nos sirva para comprender que sin un compromiso de todos podemos plaguearnos en las redes, pero nada va a cambiar si el cambio no viene acompañado de una revolución cultural que nos permita deshacernos de un razonamiento retrógrado y alevoso que no nos permite distinguir entre un niño y una vaca… aunque más no sea la vaca Lola.

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