La historia del Partido Colorado habla por sí sola y no hace falta razonar demasiado para decir claramente que ser oficialista –salvo excepciones– no es garantía para llegar a la meta del sillón presidencial de la ANR que ocupó por primera vez su fundador Bernardino Caballero. Los colorados saben perfectamente que los disidentes que desafían a la corriente interna en función de poder siempre tienen chances de triunfar. En una revisión de la transición democrática, un alto porcentaje de quienes desafiaron al poder de turno lograron llegar a la meta de la presidencia del Partido Colorado u obtener la chapa de la Lista 1 como candidato a presidente de la República. Esto lo experimentaron connotadas figuras como Luis María Argaña, Nicanor Duarte Frutos y Lino Oviedo, solo por citar a los más osados.

Luis María Argaña fue presidente de la ANR en el período 1990-1991, cuando en ese entonces ejercía la Presidencia de la República el general Andrés Rodríguez (1989-1993). Se convirtió disidente cuando en 1992 lo despojaron de su candidatura a la Presidencia de la República en unas internas denunciadas de fraudulentas. “Calé” Galaverna, hoy de Añetete y aspirante a titular partidario, muchos años más tarde reconocería que se había usurpado a la voluntad popular en aquella ocasión.

Blas N. Riquelme se sentó en la silla de Bernardino Caballero entre 1991 y 1993 y fue quien a pesar de no gustarle mucho, apoyó a Juan Carlos Wasmosy para presidente de la República, en abierto desafío a Andrés Rodríguez, quien tuvo sus dudas con respecto al señalado como uno de los “barones” de Itaipú. Lo concreto es que un grupo de civiles se atrevió a desafiar al poder militar de turno y lograron ungir a un civil para el 1993-1998 a pesar del recelo de militares.

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Eugenio Sanabria Cantero lideró los destinos de la ANR entre 1993 y 1996 con relativa calma en su relacionamiento con Wasmosy, aunque pasó momentos difíciles debido a la turbulencia generada por un líder militar emergente indisciplinado y ambicioso como lo era el general Lino César Oviedo. En aquel momento el militar ya se perfilaba como líder político con respaldo de una fortuna cuyo origen siempre se dudó.

Argaña lideró la ANR entre 1996 y 1998, etapa en que atacó con extrema dureza a Wasmosy, que le valió un fuerte arrastre de sus correlíes para lanzarse a la titularidad del Ejecutivo. Sin embargo, Oviedo se interpuso y le ganó la pulseada en las internas para presidente de la República, pero fue apresado acusado de haber intentado un golpe y no pudo afrontar la campaña, tomando su lugar el ingeniero Raúl Cubas. La dupla Cubas-Argaña 1998-2003 ganó en las elecciones con el slogan “Tu voto vale doble”. Luego se produjo una crisis y el 23 de marzo de 1999, siendo ya vicepresidente de la República, Argaña fue asesinado en Asunción. Los argañistas culpan hasta hoy a Oviedo de haber estado detrás del atentado. Tras el fallecimiento de Argaña, Oviedo se sintió perseguido, se abrió de la ANR y fundó el partido Unace, arrastrando consigo a miles de republicanos, como nunca antes había ocurrido. Unace llegó al esplendor entre el 2003 y el 2008. Oviedo falleció en febrero del 2013 en un accidente aéreo.

Bader Rachid Lichi, un argañista de pura cepa, se alzó también con la titularidad colorada en el período 1998-2000, siendo prácticamente una continuación de la línea crítica de Argaña, el último gran caudillo nacional. En ese entonces ejerció el poder de la República Luis Ángel González Macchi, otro argañista que tuvo la suerte y gracia de Dios de ser presidente (1999-2003). En esta etapa surgió la figura de Nicanor Duarte Frutos, quien en los últimos meses del gobierno argañista fue disidente, lo que lo llevó a ser titular de la ANR. Su verborragia lo convirtió en presidente (2003-2008) y se aseguró de colocar a un obsecuente y genuflexo en la ANR como Herminio Cáceres (2003-2006). Fue para que nadie le haga contra. No obstante, le duró poco, porque su amigo de “primera hora”, José Alberto Alderete, lo desafió y gobernó en la ANR entre el 2006 y el 2008. Como temía, rápido se constituyó en contrapoder de su gobierno. No se quedó allí: lo desafíó en las internas para presidente 2008-2013 e inscribió la chapa José Alberto Alderete-Mario Abdo Benítez para enfrentar a Blanca Ovelar-Santacruz. La dupla disidente perdió, pero la apuesta de Nicanor fracasó frente a Fernando Lugo (2008-2012).

En el 2008 se produjo una crisis interna en el coloradismo a raíz de la derrota en las elecciones, pues se perdió tras 54 años ininterrumpidos en el poder. Con Alderete y Nicanor –considerado el mariscal de la derrota– fuera, asumió –mediante una convención– una mujer como presidenta de la ANR, Lilian Samaniego. En el 2012, Lilian Samaniego se convirtió en la primera mujer paraguaya en ser electa por el voto popular como presidenta de la ANR (2012-2016). La sustituyó Pedro Hércules Alliana, actual presidente. Ambos pertenecen al movimiento Honor Colorado, liderado por Horacio Cartes, presidente de la República 2013-2018. Alliana le ganó la pulseada al movimiento de Mario Abdo Benítez en las últimas internas para titular partidario, aunque este, en función de disidente, obtuvo el derecho de competir en las últimas nacionales en representación de la Lista 1 tras ganar al candidato de HC, Santiago Peña.

Es decir, la chapa de disidente colorado siempre es una buena alternativa al momento de enfrentar a la corriente interna que está en el ejercicio del poder. En política todo es relativo, algo que saben muy bien muchos oficialistas de Colorado Añetete, donde se presagia una dura disputa. Mucha agua todavía correrá bajo el puente, por lo que es posible que algún oficialista le convenga ser otra vez disidente, como antes, como siempre ocurrió y seguirá ocurriendo. Quién sabe.

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