- Por Felipe Goroso S.
- Analista
- Twitter: @FelipeGoroso
Uno de los principales objetivos y definiciones de la comunicación gubernamental es la del control de la agenda pública. Sí, el control. Aunque suene duro es así. Si quieren que lo suavice, lo suavizo: se trata de (alguna manera) guiar el debate. Siempre buscando que el debate sea en favor del Gobierno, obviamente.
En ese sentido, cuesta bastante tratar de entender qué le lleva al asesor político de la Presidencia de la República, Daniel Centurión, a afirmar el viernes pasado: “Mario Ferreiro es un claro ejemplo que, desde el sector de las figuritas, de la gente de televisión, de los que caen bien a través de la vista, son un fracaso y el gobierno municipal de Asunción ha fracasado”.
Les recuerdo que Centurión mantuvo un interesante duelo verbal y programático con la actual administración municipal al plantear diferentes alternativas sobre un tema que afecta a muchos asuncenos: los cuidacoches. Todo eso al tiempo de ocupar una banca en la Junta Municipal como concejal capitalino. Pongo esto dentro del contexto porque tal vez por ahí puedan ayudarme a obtener juntos una explicación para tal afirmación.
¿El asesor político debe inhibirse de hablar de temas como estos? Obvio que no, lo que sí podría pedírsele más cuidado al momento del abordaje de un tema que merece un análisis mucho más profundo como es la incursión de los outsiders en la política. Y no un debate de verano, es a propósito del nombre que lleva mi columna de hoy sobre aquello que suele decirse de las lecturas de verano, aquellos libros que se suelen optar por leer en esta época del año, por su escasa profundidad y contenido.
Estoy bastante lejos de defender a la actual gestión municipal, mis posiciones al respecto han sido públicas y notorias. Lo que sí intento plantearles es que debemos ser más exigentes a la hora de las declaraciones públicas de funcionarios con un alto rango como el de asesor político de la Presidencia de la República. Y atiendan este detalle, se plantea lo de las “figuritas de TV” desde la perspectiva de la liviandad y falta de volumen político que se pone en entredicho al no ser del palo de la política; sin embargo, la opinión esbozada tampoco es de distintas características. Hay mucho más por rascar sobre la presencia de los outsiders en la política paraguaya, al menos si se quiere ser serios.
Después de todo (y en eso deberían de hacer hincapié, si lo que buscan es la diferenciación) de eso se trata la política; esa mala palabra que empieza con p y termina con a. Aunque probablemente estemos en un enero que será recordado como el enero más enero de todos los eneros, políticamente hablando.